jueves, 2 de julio de 2009

EL PROFESOR MARCA LA DIFERENCIA


Hubo un tiempo en España en que una nueva pedagogía abrió los ojos del conocimiento a los jóvenes de este país. La II República quiso formar maestros y maestras bajo los principios de una escuela activa basada en la experimentación y el contacto con el conocimiento.
Inspirado en aquella filosofía educativa, tuve ocasión en una visita por razones del cargo que ostentaba entonces, de tener entre mis manos el cuaderno de un maestro republicano. Estaba primorosamente escrito e ilustrado, con dibujos al natural de elementos de la fauna y de la flora del entorno. Aquel cuaderno irradiaba el mejor espíritu de la profesión de maestro y estaba confeccionado con esmero y cariño para a quienes iba dirigido: sus alumnos.
A veces se necesita muy poco para hacer mucho.
Recientemente se ha publicado el informe TALIS (Teaching and Learning International Survey) de la OCDE, un estudio internacional sobre las condiciones de enseñanza y aprendizaje realizado en 23 países, entre ellos, España. Este estudio viene a aportar otra perspectiva acerca de los factores que pueden explicar las diferencias en los resultados de aprendizaje del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA).
En las conclusiones se habla, entre otras, de que cada uno de tres profesores que trabaja en un centro, a juicio del director, tiene falta de cualificación. O que la ausencia de equipamiento adecuado y de apoyo educativo son obstáculos que dificultan una enseñanza eficaz. Se hace también alusión a problemas como el absentismo o la falta de preparación pedagógica del profesorado. Incluso los propios profesores a menudo no se consideran suficientemente preparados para enfrentarse a los desafíos que se les plantean (TIC, heterogeneidad de los grupos clase, atención a alumnado controvertido). Asimismo uno de cada cuatro profesores dice perder al menos un 30 % de su tiempo lectivo por el comportamiento perturbador de los estudiantes o por tareas administrativas.
TALIS destaca que un desarrollo profesional mejor y más orientado a los objetivos constituye uno de los caminos hacia la eficacia.
Pero no olvidemos que hay también muchos profesores que aceptan los desafíos y buscan activamente avanzar en su profesión.
A la sociedad en general y a la Administración educativa en particular cabría decirles: “tenga usted buenos docentes y tendrá garantizada una buena calidad de la educación”.
Estamos convencidos de que el profesor marca la diferencia en la calidad educativa.
La habilidad del profesor es clave para imponer un buen clima de trabajo y la propia disciplina en clase. En un mismo centro hay quien tarda dos minutos en que sus alumnos alcancen buena predisposición para el trabajo; mientras que otros necesitan la mitad del tiempo del horario lectivo, cuando no la totalidad. Algunos ni siquiera lo consiguen.
La organización escolar en España presenta una estructura que resulta inamovible: los alumnos se agrupan por grupos y un profesor se pone al frente del mismo. Con tal organización, el maestro y el profesor adquieren un destacado liderazgo en la mayoría de las tareas que se acometen en el aula. Por tanto, su papel alcanza una inevitable relevancia en la mayoría de los procesos educativos.
“La calidad de la enseñanza de un país no puede ser mayor que la calidad de cada uno de sus profesores”, aseguraba el secretario general de la OCDE, el mexicano José Ángel Gurría, al presentar el informe TALIS.
Los alumnos suelen variar su comportamiento según el contexto donde se sitúan. Dependiendo de éste, así actúan. El contexto debe estar controlado por el profesor. Lo alumnos no deben imponer sus pautas en los contextos donde trabajan. En todo caso, se les debe dar participación para que aporten mejoras.
Con buenos docentes, el éxito escolar estaría garantizado en nuestro país. Con un buen desarrollo profesional de la práctica docente, también.
Cuidemos a los docentes, formemos a los docentes, exijamos profesionalmente a los docentes. Ellos marcan la diferencia.

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