sábado, 28 de agosto de 2010

NO LA HE ABANDONADO

No, queridos amigos, no he abandonado la literatura. Esta sequía de dos meses en que no hay entrada alguna de literatura no significa que me hubiera olvidado de ella. ¡Cómo olvidarse de uno mismo!
Estos dos meses de verano han estado ocupados en la lectura y la escritura. La noche de los tiempos (Muñoz Molina, 2009) ha ido rellenado los huecos temporales en que la fatiga mental me impedía avanzar en las palabras escritas.
Mi nueva novela (permitid que no desvele aún el nombre de la misma) necesitaba la penúltima revisión (ya sabéis los que os dedicáis a esto que siempre nos queda una última lectura, aun cuando la encontremos expuesta en las librerías).
La ‘noche’ de mi novela y la ‘noche de los tiempos’ quizá tengan algo en común: ambas se amparan en el significado, bien sea astronómico o bien sea figurado, de la noche.
El trasnoche algo movido en que transcurre mi novela me obsesionaba y me sigue obsesionando. La noche es el tiempo cósmico más diáfano y transparente. Es el momento de nuestro ciclo vital que permite vernos a nosotros mismos, lo que realmente somos. Es cuando mejor nos conocemos y cuando mejor indagamos en nuestro interior. Las aventuras oníricas son capaces de reproducir todo aquello que la luz cegadora del día nos oculta. En la vigilia de la noche alcanzamos la visión más nítida de las preocupaciones, los miedos o los amores que conforman nuestra existencia. El día impide mirarnos hacia dentro, la oscuridad de la noche encierra toda la clarividencia para observarnos y reencontrarnos con nosotros mismos.
En La noche de los tiempos he ido descubriendo el valor de lo personal frente a los acontecimientos históricos que nos rodean, he ido descubriendo que al final de cada camino siempre estamos nosotros mismos, y que todo lo demás por muy importante y trascendente que parezca es aleatorio, es tangencial. Todos encerramos un universo inabarcable, el de las alegrías y las decepciones, el de los grandes proyectos de vida y los pequeños episodios cotidianos que nos gratifican. Un universo que esconde una realidad implacable que nos persigue: la del tiempo que se agota. Atrás quedarán ilusiones inacabadas, no iniciadas y, acaso, sólo soñadas.
Cada vez quedan menos proyectos por imaginar, menos tiempo para hacer. Habrá cosas que ya no podremos hacer nunca más, que sólo las imaginaremos o recordaremos porque corresponderán a otro tiempo de nosotros mismos. Serán nuestros tiempos, y muchos quedarán en el recuerdo.
Pero aún me quedan proyectos por hacer, aunque no sean todos los que yo quisiera.
La educación, mi otra gran pasión, ha ocupado muchas horas de escritura y reflexión en estos meses de estío. El ensayo La educación que pudo ser (al menos como se intitula ahora) es una mirada reflexiva a lo que representa esta magna construcción humana que sustenta la vida en sociedad. La educación es una representación de las grandes posibilidades que tiene el ser humano para hacerse a sí mismo.
Un ensayo que quiero ya terminar y que pronto quede para esa penúltima revisión. Me empuja el deseo de expresar tantas sensaciones vividas, de hablar de la educación que pudo ser, también de la que puede ser, de manifestar que a veces no somos leales con nosotros mismos ni con los que tenemos la obligación de educar. En fin, hablar de tantas cosas que uno vive a diario.
No, no he abandonado la literatura. Tan sólo que el verano me ha servido para recordar que todavía me quedan proyectos por hacer, a pesar del tiempo que se agota.

martes, 24 de agosto de 2010

MÁS QUE UNA CUESTIÓN DE CROMOSOMAS

No nos consuela saber que Adolf Hitler tenía cromosomas judíos y africanos. Este hecho no va a cambiar la historia, en todo caso la va a explicar mejor.
La noticia es que según muestras de saliva tomadas a 39 familiares de Hitler se ha advertido que tienen un cromosoma muy poco frecuente en Europa, pero habitual en habitantes originarios de Marruecos, Argelia y Túnez, así como en judíos.
Descubrir ahora esto no remedia el dolor que causó su régimen. Cuando un régimen lleva a cabo las atrocidades que cometió el nazismo en Alemania y en Europa, o los comunistas ‘jemeres rojos’ en Camboya o las dictaduras latinoamericas en Chile y Argentina, por poner sólo algunos ejemplos, no ha lugar al consuelo así que pasen muchos siglos.
La autoría de las crueldades contra los pueblos no es sólo la obra de un dictador sino la de muchas personas que se congregan en torno a él. Esos que tienen las mismas pretensiones y, si me apuran, más que su líder. Como las guerras las alientan los intereses de muchos individuos que guían la mano que firma la declaración de guerra.
Lo importante no es saber si este u otro dictador tenía cromosomas judíos o de una ‘rana peluda’, lo importante es que de vez en cuando se nos cuelan tipos de estos, que alcanzan el poder y se aposentan en él durante muchos años. Y es así como perdurarán mientras dure la anestesia que inocularon a la sociedad.
Quizás sea interesante saber que muchos de los que abominan de otros seres humanos lo hacen por rechazo congénito o porque no quieren reconocer en lo abominado lo que ellos son. En nuestra historia hubo un tiempo que los más intransigentes con las causas religiosas eran los conversos, esos que abominaban y pretendían extirpar lo que antes habían sido.
No estemos tan seguros que en nuestras sociedades ‘modernas y cultas’ se puedan colar individuos de esa calaña. Cuando vemos a nuestro alrededor la facilidad con que se manipula a la gente, cómo muchos jóvenes caen presa de las ideas más vulgares, de religiones y sectas que hasta ser descubiertas han exprimido intelectos y bolsillos, ¿quién nos dice que políticamente no podría colarse alguno de estos dictadores?
Me preocupa con qué facilidad en política se cuelan individuos que sólo vienen a servirse a ellos mismos, y son capaces de perdurar años y años, decenios y decenios, sin que nadie les llame la atención…
Nuestro silencio será cómplice de ello.

domingo, 22 de agosto de 2010

LIBERTAD, LA PALABRA

Nunca una palabra ha sido tan anhelada, tan valorada, tan perseguida, tan arrastrada, tan ultrajada, tan masacrada… Sí, la palabra `libertad'. Porque las palabras lo contienen todo de nosotros, son el reflejo de nosotros mismos y el vehículo donde pasean nuestros sentimientos y nuestras emociones.
Hubo un tiempo en que en este país luchamos por la libertad, hasta que la palabra se hizo realidad y pasó del deseo al sentimiento, de la reivindicación a la conquista. Hoy en nuestro país esta palabra sigue tan viva como cuando se cantaba aquella ‘libertad, libertad sin ira libertad’.
Con la prohibición de las corridas de toros en Cataluña se ha despertado un sentimiento de defensa de la libertad que parecía adormilado. Se ha escuchado mucho, se ha vuelto a recurrir a la palabra para justificar argumentos en defensa de las corridas de toros.
Pero también la utilizan los que defienden el toro de cuerda, el toro embolado, el toro de fuego o el toro lanceado. Y todos la aderezan con ese término comodín: ‘tradición’. Como si en la tradición pudiera entrar cualquier cosa.
Los pueblos subyugados la reclaman, las personas sometidas en su relación de pareja, también. Tres cuartos de la población mundial no disfrutan de ella, y el resto, mejor que no nos descuidemos.

Sin embargo, existen otros usos interesados. La esgrime quien lanza una guerra sobre un país con la excusa de llevarla a sus habitantes. La vindican los extremistas que siembran terror y violencia. Los terroristas se la ponen en la boca y en los escritos. La reclaman los poderes económicos y financieros para el mercado.
En España la hemos visto 'graficada' encabezando manifestaciones contra el aborto, el terrorismo, contra asignaturas que dicen que adoctrinan o en defensa de la familia. La utiliza la izquierda y la derecha, y la enarbola la COPE para decir ‘somos libres’. Supongo que los demás también lo seremos.
A todo el mundo se le llena la boca con la palabra libertad. Ahora lo que hace falta es que se comprenda el auténtico sentido de esta palabra. A la libertad le han salido muchos defensores, que en otras circunstancias no darían tregua para que muchos la disfrutáramos.
Ésta es la grandeza de una palabra que a todos parece hacer bien, pero que no todos utilizan con franqueza. No obstante, lo bueno de ella es que en cualquiera de sus usos siempre se le sacará brillo, porque su significado, lo que expresa, está por encima de partidismos. Acaso lo que se han abonado recientemente a ella, utilizándola con desparpajo, tal vez se les pegue algo de los sentimientos que encierra y les haga ser mejores personas.

La lucha por la libertad siempre es buena, aun cuando la tengamos conquistada, por todo lo que significa para el espíritu humano y…

“Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.”
Miguel Hernández

lunes, 16 de agosto de 2010

PEDIR PERDÓN

Pedir perdón es uno de los gestos que más ennoblece al ser humano. ¡Pero qué difícil resulta consumarlo!
Japón ha pedido perdón por las atrocidades que cometieron sus soldados en el transcurso de la II Guerra Mundial en territorios continentales de Asia.
Bienvenida sea, aunque venga con tanto retraso. Si bien es verdad que no es la primera vez en los últimos tiempos que desde este país han pedido perdón por la misma causa.
No es fácil pedir perdón. Diría que entra dentro del capítulo de excepciones.
La petición de perdón tiene un paso previo: el arrepentimiento. Éste es el que le otorga carta de naturaleza a la anterior. Ahora bien, saber si realmente se ha producido el arrepentimiento es más difícil de averiguar.
En una entrada anterior de este blog, titulada “No me arrepiento. Volvería a hacerlo”, abordábamos algo al respecto con motivo de las declaraciones de Tony Blair ante la ‘comisión de la verdad’ que investiga la intervención militar de Reino Unido en la guerra de Irak. No se arrepentía de su decisión, a pesar de las consecuencias que ésta tuvo; por tanto, es obvio que no pidiera perdón.
Hace unos días con motivo del 65 aniversario del lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki el único militar vivo de los que intervinieron en el lanzamiento que viajaba a bordo del avión de combate B-29 'Enola Gay', Theodore Van Kirk, declaró que lo “volvería a hacer” si las circunstancias actuales fueran las de entonces. “Era la forma más humana de acabar la guerra”, añadió y se quedó tan conforme. Está claro que tampoco se arrepentía.
Nuestra guerra civil y la posterior postguerra trajeron muerte, miseria y destrucción. Pues todavía no se ha escuchado a nadie pedir perdón. Incluso hay algunos sectores de la extrema derecha española que están reescribiendo la historia para justificar el golpe de Estado del 18 de julio del 36. A esta peligrosa espiral nos está llevando la mala gestión de la ‘memoria histórica’.
Podríamos citar muchos ejemplos más. Como podríamos citar muchas situaciones de la vida diaria donde la palabra ‘perdón’ parece no existir en el vocabulario de las personas.
Ahora Japón pide perdón por el sufrimiento que llevó a tanta gente. Los dirigentes actuales quieren lavar la memoria de su país. Está bien que los hijos reconozcan las atrocidades de sus padres, pero habría estado mejor que los padres hubieran hecho su acto de compunción.
A los agraviados, vivos o muertos, al menos les quedará una brizna de alivio y consuelo. Suponemos que, al menos, su memoria se serenará.

lunes, 9 de agosto de 2010

EL ENVIADO

Ahora que la ONU ha creado una comisión internacional para investigar el asalto del Ejército israelí a la flotilla humanitaria me viene a la mente un dato: Tony Blair es el enviado del Cuartero para Oriente Medio, conformado por la ONU, la Unión Europea, la Federación de Rusia y Estados Unidos.
Sí, ése que fue primer ministro de Gran Bretaña. El que recibe suculentas remuneraciones por sus conferencias y ofertas millonarias por publicar libros. Uno de los artífices de una guerra injusta, irracional y que ha causado centenares de miles de muertos.
Lleva tres años como comisionado y, salvo error u omisión, ha pasado desapercibido. Hace unas semanas se dio una vuelta por España para dejarse ver, sólo eso. ¿Qué ha hecho este señor en estos tres años?, seguramente preocuparse por sus conferencias y sus libros.
El conflicto palestino-israelí está embarrancado. El que fuera ministro de Asuntos Exteriores israelí, Shlomo Ben Ami, y en la actualidad vicepresidente del Centro Internacional Toledo por la Paz, ha hablado del proceso de paz en un artículo publicado en El País (9/8/2010), “El proceso fantasma de paz en Oriente Próximo” (toda una declaración de intenciones), calificándolo como “uno de los engaños más espectaculares de la historia diplomática moderna”.
A la vista de la experiencia que tenemos de décadas de conflicto es obvio que la solución no está ni en el lado de Israel ni en el de Palestina. Han demostrado su incapacidad (o quizá su inconveniencia) para ponerse de acuerdo en cincuenta años. “Atrapados entre lo posible y lo necesario, israelíes y palestinos simplemente aprendieron a vivir sin una solución”, viene a decir Ben Ami en su artículo. Es probable que así se encuentren más cómodos. Es parte de la naturaleza humana acomodarse a las circunstancias y hacer de ellas un medio de vida.
La solución tiene que venir de fuera, de la intervención decidida de los grandes países, si es que sus intereses lo permiten. Y en el Cuartero para Oriente Medio están todos los que tiene que estar. El problema es el comisionado.
Con mediadores como Tony Blair es fácil comprender el estancamiento en que ha entrado el proceso de paz en Oriente Próximo o la difícil situación que está generando el bloqueo sobre Gaza que ejerce Israel. En esta tesitura, ambos se eternizarán sine die.