jueves, 23 de septiembre de 2010

EL ‘CORREBOUS’ O LA RAZÓN PRÁCTICA

Este verano, ya finiquitado, no pretendía ofuscarme con los espectáculos que tienen a los animales como objeto de maltrato a lo largo y ancho del territorio nacional. Esa estúpida forma de entender la tradición.
Pero el Parlamento de Cataluña me ha encendido la mecha. En una votación ‘gloriosa’ sus señorías (último pleno de la legislatura) han blindado una fiesta ‘popular’ donde es flagrante el maltrato animal: el ‘correbous’.
En semejantes fiestas, un toro tiene que sufrir el acoso del fuego en la punta de su cornamenta, al tiempo que el acoso de una turba de individuos enloquecidos por la euforia y el divertimento. Según los lugares, incluso puede terminar en el mar.
A finales de julio este mismo Parlamento prohibía las corridas de toros en Cataluña por su crueldad y maltrato de estos animales.
Hay quienes han interpretado ambas votaciones como un ejercicio de doble moral. Al referirse a esta última piensan que está mediatizada por la inminencia de dos procesos electorales: autonómicos y municipales. En la prohibición de las corridas de toros consideran que se hizo por su connotación españolista. Pero esto se lo dejo a otros que juzgarán esta doble moral e hipocresía.
Es posible que sus señorías se hayan amparado para la votación del ‘correbous’ en la razón práctica.
La incongruencia de los que han votado de manera distinta en una y otra votación los desacredita como representantes de la ciudadanía, porque con su actitud demuestran (había libertad de voto) una variabilidad de criterio alarmante. Y eso en un representante político demuestra su poca fiabilidad.
Es probable que estos señores parlamentarios con las corridas de toros quisieran subirse al ‘olimpo’ de lo civilizado. Ahora con esto del ‘correbous’ se han dado un batacazo en el lodazal de la barbarie.
Algunos lo justifican diciendo que en estas fiestas el toro no muere, como si las villanías a que lo someten no contaran. Esto demuestra que la España supersticiosa y primitiva todavía no la hemos desterrado del todo.
Me gustaría rematar estas palabras como lo hiciera en una ocasión el genial José Antonio Labordeta (fallecido el domingo 19), siendo diputado en el Congreso.
Este insigne personaje, ejemplo de coherencia e integridad en su vida, durante una intervención en el Congreso, en la que algunas voces interrumpían su discurso, recriminó la actitud de los presentes y, ante la persistencia de éstos, concluyó, haciendo honor a su estilo directo y sin ambages, con un genial: ¡A la mierda!

sábado, 18 de septiembre de 2010

CUANDO SE RENUNCIA A LOS PRINCIPIOS

Francia expulsaba de su territorio nacional hace unos días a varios grupos de gitanos rumanos y búlgaros. Algo que suena a deportación, por muchos exabruptos desairados que Sarkozy lanzara en el Consejo Europeo del pasado jueves a los cuatro vientos y quisiera enmascararlo reivindicando el papel de Francia en la construcción europea y en los principios que la sustentan. Del que no dudamos.
La práctica de expulsiones colectivas son contrarias al derecho comunitario, a los valores europeos y a los principios donde se sustenta. En estas posiciones se ha movido el PSOE siempre. Incomprensiblemente (o, tal vez, comprensiblemente) José Luis Rodríguez Zapatero ha querido justificar a Sarkozy en estas decisiones políticas. Y no ha sido el único, todos los presidentes de los países cerraron filas en su derredor y quisieron matar al mensajero, la comisaria de Justicia, Viviane Reding. ¿Por qué?, ¿quizá de esta manera se defendían ellos ante previsibles errores futuros de gobierno?
Hablando de unanimidad, y de velado corporativismo, estamos deseando que también se tenga para adoptar otras decisiones importantes en materia económica o política. Que sirvan para fortalecer a la Unión Europea y que realmente sirva para recuperar e impulsar el peso perdido por Europa en el concierto internacional.
La conveniencia política ha triunfado por encima de los principios. Y esto es un error, sobre todo cuando el partido socialista los ha defendido en materia de inmigración siempre. ¿Por qué esta salida de tono del presidente Zapatero?
La conveniencia política no puede hacernos renunciar de nuestros principios. Ése no es el camino. Por encima de ello quedan la dignidad y la defensa de los derechos humanos.
Esta anuencia que ha mostrado Zapatero en asunto de tanta sensibilidad social es más extraña si cabe cuando viene a coincidir con tipos como Berlusconi, sabiendo cómo se las gasta en estos asuntos.
La impresión es que Berlusconi es ‘coherente’ con sus ‘principios’ (la política de deportaciones no es ajena a su forma de gobernar), Zapatero no sabemos dónde se sitúa. Estaría bien que se definiera. En estos temas no valen los atajos.

domingo, 5 de septiembre de 2010

CUESTIÓN DE FE, CUESTIÓN DE CIENCIA

El científico británico Stephen Hawking parece sostener en su nuevo libro, El Gran Diseño, (según se ha adelantado, pues no está todavía a la venta) que la física moderna excluye la posibilidad de que Dios crease el universo. Que éste es una consecuencia de las leyes de la física.
Anteriormente, en su obra Una breve historia del tiempo, mantuvo dudas al respecto. Compatibilizaba la existencia de un Dios creador y visión científica en la creación del universo. Ahora ya se ha liberado de un prejuicio religioso, que tampoco le hacía ningún favor.
Está bien superar estadios del conocimiento científico que nos descubran cada vez más la verdad de nuestros orígenes. Y en esa carrera conviene dejar a un lado las interferencias divinas. En la propia Iglesia, por ejemplo, hace tiempo que se superó el dilema sobre la existencia de Dios, estableciendo que se trata de una cuestión de fe y no de demostración científica.
La historia de la humanidad nos revela que cuando el hombre no ha sabido encontrar una respuesta racional o científica a los fenómenos naturales y emocionales recurría siempre a explicarlos según los ‘designios divinos’, que como ya se sabe son inescrutables. Tanto lo son que sirven de comodín para explicar todo lo que no entendemos.
Está bien que la ciencia y la religión sigan caminos paralelos. Como dos líneas paralelas que nunca se juntan. Ciencia y religión son como el agua y el aceite, imposibles de mezclar. Como deberían serlo política y religión.
Hay creencias en este mundo que son una cuestión de fe, un ámbito de la persona que cada cual debe gestionar. Pero la ciencia corresponde al espacio público y sólo desde ella debemos buscar las explicaciones a los fenómenos naturales que nos rodean.
Es muy sano investigar científicamente el universo sin la interferencia divina, nos iluminará más y nos confundirá menos.
Mi admiración por la figura científica de Stephen Hawking siempre ha sido grande, sobre todo cuando aprecias su capacidad de superación a pesar de su estado físico (un cerebro encerrado en un cuerpo inservible).
Aún me asalta una duda: después de esta afirmación acerca de la ausencia de Dios como artífice de la creación del universo no sé cómo se lo van a tomar los defensores de las tesis del creacionismo.