viernes, 30 de diciembre de 2011

¡NIÑO, CÁLLATE!

Hace unos meses tuve la oportunidad de compartir mesa con alguien que había sido un responsable político en la Administración educativa. Sus cargos de responsabilidad (tuvo varios) le habían tenido al frente de la política educativa en los últimos quince años. En el transcurso de la comida conseguí enterarme que había vuelto a sus clases en el instituto (algo muy loable para un político, pues la vuelta a la actividad profesional es más que necesaria, cuando no una exigencia).
Entre sus comentarios acerca de la nueva experiencia se refirió a la notable diferencia que ha percibido entre los alumnos de hace quince años y los de ahora. Una diferencia que definía en las mayores dificultades para impartir clase. Decía pasarse gran parte de la clase diciendo: ¡Niño, cállate!, ¡niño, siéntate! El comentario describía una realidad constatada a diario, pero que en su caso era una novedad.
Le dije que en un gran porcentaje los alumnos que tenemos en nuestras aulas son la consecuencia de nuestra toma de decisiones en política educativa. Decisiones adoptadas por muchos de los que estábamos en aquella nutrida mesa, la mayoría responsables de la política educativa en algún momento de nuestra vida. La respuesta fue que la culpa la tienen los padres, incapaces de barajar a sus hijos (¿pretendía echar balones fuera?). Le respondí que obviamente nuestros alumnos son la consecuencia de los actos de las familias, los profesores, la sociedad que les hemos construido, pero también de nuestras ligerezas en política educativa.
Ahora este alto cargo, otrora con responsabilidades en decisiones de ordenación de los currículos, de la puesta en marcha de programas educativos, de innovaciones educativas llevadas a los centros educativos, de las orientaciones metodológicas para el trabajo en las aulas, de la selección del profesorado, de contribuir a potenciar o minimizar los roles que juegan profesores, familias y alumnos en un centro educativo, descubre, por mor de su vuelta a las aulas y el contacto con una realidad que la política le había ‘ocultado’ (y también acaso su propia capacidad para estar más próximo a esa realidad mientras ejercía la política) que la realidad de la escuela es muy diferente a la que él recuerda cuando era un profesor sin haber pasado todavía por el harnero de la política.
Dice pasarse gran parte de la clase callando a sus alumnos. ¿Pretende una clase magistral con alumnos convenientemente callados?, ¿reprime las iniciativas de sus alumnos?, ¿su metodología es poco motivadora? Lo cierto es que ha venido a descubrir una realidad a la que hemos contribuido entre todos, y que los responsables políticos parecen no conocer. Y no porque los alumnos no puedan hablar, expresarse, interaccionar en clase… sino porque se han perdido elementales normas de respeto que son de dominio común, no sólo para la escuela, también para la vida en sociedad. Normas que derivan de la falta de autoridad en las familias, de los mensajes fáciles que les llegan a los jóvenes de medios irresponsables de comunicación y publicidad, y también de una forma de hacer educación que perdió en algún momento ese necesario horizonte construido en torno al respeto entre las personas.
Algunas decisiones políticas en materia educativa no han favorecido la vida en las aulas, no lo olvidemos, por precipitadas, poco meditadas, o porque algunas ‘innovaciones’ nos sonaban como excelentes cantos de sirena.
¡Qué bien le sienta al que se dedica a la política volver a la vida civil!

miércoles, 21 de diciembre de 2011

PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN

Hace ya una década que escribí la biografía de Pedro Antonio de Alarcón. Y como si fueran semillas sueltas que se han plantado aquí y allá, de vez en cuando alguien se pone en contacto conmigo con la figura de Alarcón como excusa. Lo hizo hace unos meses un estudioso de la Universidad de Harvard que está preparando su tesis doctoral sobre la representación literaria en la guerra de África (1859-60), en la que Alarcón fue corresponsal de guerra y, también, soldado.
En estos días ha sido el programa ‘Aula Abierta’ de Radio Andalucía Información (Canal Sur), de contenido universitario, para una entrevista* que se emitirá el día 24 de diciembre, Nochebuena (15 horas). Tratándose de tan señalada fecha me ha venido a la mente aquella otra en que Alarcón escribió en el Madrid de 1855 su ‘Nochebuena del poeta’ en unas circunstancias difíciles y lejos de la familia. Quizá con aquello y otras historias fue dejando lastre su cabeza tarambana.
La entrevista ha tenido otro efecto: sacar de los recuerdos aquella etapa de mi vida marcada por la ilusión de los proyectos en torno a este personaje. Uno de ellos fue la construcción de un centro de estudios alarconianos. Redacté un proyecto a tal fin, aunque después no prosperó. Hubiera sido interesante crear un centro donde se estudiara la obra de Alarcón y su tiempo. Guadix perdió una magnífica oportunidad para dotarse de un espacio cultural de referencia. No hubo políticos de talla que asumieran el proyecto.
Ahora solo existe en Guadix la Sala Alarconiana, un espacio que exhibe parte del mobiliario, enseres y algunos libros de Pedro Antonio de Alarcón. Recuerdo bien aquel viaje a Madrid en octubre de 1999, junto al entonces concejal del Ayuntamiento Miguel Pedraza, un viaje que nadie confiaba tuviera éxito, para visitar al nieto de Alarcón, Miguel Valentín de Alarcón, de 93 años, último descendiente directo del accitano, que guardaba los últimos enseres y recuerdos de su abuelo. Aquel viaje permitió recobrar lo que ahora se conserva en la Sala Alarconiana, que de otro modo se hubiera dispersado por museos y otros sitios particulares, como había ocurrido con parte del patrimonio alarconiano antes de nuestra visita.
Pedro Antonio de Alarcón es una figura muy interesante en el panorama político y cultural de la España del siglo XIX. Su personalidad fue tan determinante en su vida que lo arrastró sin solución de continuidad por la vehemencia, la prepotencia, el arrebato, la presunción, el orgullo, a veces hasta el absurdo, y a actuar en ocasiones de modo inconsciente y errático. Pero su mente también estuvo atravesaba por una ráfaga de auténtico genio que le convirtió en un personaje singular y de enorme éxito literario y social.
Hoy es una figura que no goza de la proyección de otros granadinos ilustres. Aunque recuperarlo, más allá del anecdotario en que a veces se le alude, sería bueno para la cultura granadina y andaluza. Y también de justicia.

*Enlace de la entrevista:
Y enlace del blog del programa Aula Abierta, donde se incluye una entrada sobre la entrevista:

domingo, 18 de diciembre de 2011

DE LA ALDEA GLOBAL A LA GLOBALIZACIÓN

Llevo semanas buscando unos documentos que están poniendo a prueba mi memoria y mi paciencia. Supongo que eso de buscar unos papeles que habían caído en el olvido y no encontrarlos es algo compartido, lo cual ni me reconforta ni me sirve para nada. Aunque si pretendiera buscarle el lado menos canalla a semejante ejercicio de exploración archivística me consolaría con el hallazgo de otros papeles que está apareciendo y que sirven para repasar episodios de mi vida pasada.
Vivimos tanto el presente, el de ahora, como el presente venidero, y redescubrir viejos papeles puede ser una manera, no sé si vulgar, de recordarnos a nosotros mismos otros momentos que hemos vivido.
En una de estas incursiones en archivadores y pilas de papeles he encontrado viejos textos, recortes de prensa, apuntes, notas recogidas en el margen de una hoja y otras viejas glorias del pasado. Entre ellas, unos amarillentos folios de multicopista, supongo, con la tinta casi desaparecida que contienen unos textos que hablaban de un futuro próximo (nuestro presente) basado en el poder de unas nuevas tecnologías de la comunicación y la información en ciernes, de cómo cambiarían la manera de relacionarse los humanos y que conectaba con algo que se llamó la aldea global. Si mi memoria no me falla (y no sabría qué decir a la vista de esa búsqueda infructuosa de documentos), es probable que el contenido de esos folios fuera parte de la documentación que utilicé para un trabajo de Ciencias Sociales con mis alumnos.
Aldea global fue un término atribuido al filósofo Marshall McLuhan que nos interesó a muchos, por lo que proyectaba para aquel futuro inmediato, en la década de los ochenta del siglo pasado. Lo entendíamos como un canto al internacionalismo, a la supresión de fronteras, a la búsqueda de una dimensión mundial nueva que extrajera lo mejor del ser humano con el simple afán de compartirlo. Sin duda, la aldea global era un canto a la dimensión planetaria del individuo, más allá de países, de fronteras, de desigualdades…
Andando el tiempo ese concepto cargado de buenas intenciones (que no es que hayan desaparecido, sino que se fagocitan con suma facilidad en los tiempos que corren) se fue tornando hacia otro nuevo: globalización. Y es así como hoy estamos instalados en una globalización que no sé si es parte de la perdición del ser humano o será su redención. Por lo pronto, ha venido a constituirse en ese gran adalid de lo que representa la sociedad postmoderna.
Un ejemplo, si se me permite: el mercado de los alimentos básicos está controlado por pocos centenares de empresas que regulan y almacenan para controlar productos y precios. Hacia este mercado se están dirigiendo, con un afán meramente especulativo, los fondos de inversión que han pasado del producto inmobiliario al producto financiero, y ahora a los alimentos. Consecuencias: falta de alimentos, subida de precios, hambre y millones de personas afectadas. Antes también había hambre, pero era producto de las sinergias de lo autóctono, ahora hay hambre porque la producción mundial, suficiente para abastecer a todos los habitantes del planeta, está bajo la esfera de las trampas de la globalización.
Amin Maalouf se refería en Identidades asesinas (Alianza, 2001) a dos inquietudes de la mundialización. La primera, la efervescencia actual más que llevar a un extraordinario enriquecimiento, a la multiplicación de las vías de expresión, a la diversificación de opiniones, conduce paradójicamente a lo contrario, al empobrecimiento. La segunda, la uniformización mediante la hegemonía, origen de muchos conflictos. Ya me dirán si no son realidades diez años después.
La época que vivimos está llena de incertidumbres, globalización y mundialización de cualquier fenómeno, de lo bueno y de lo malo, de las muestras de solidaridad y también de las bajezas humanas.
Muchas veces me pregunto cuánto nos queda de aquellas ilusiones aldeanas.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

PRIVILEGIOS

El Congreso de la X Legislatura, salido de las elecciones generales celebradas el día 20N, se ha constituido ya. El ruido de los primeros días sobre quien presidiría la Cámara, la formación de grupos parlamentarios, la presencia de Amaiur o el kit tecnológico que se entregará a cada diputado (móvil iPhone, una tableta iPad, ADSL en su domicilio, etc.) han eclipsado los pronunciamientos de algunos diputados acerca de su renuncia a lo que consideran privilegios.
Es un gesto que hay que valorar. No se va a resolver la crisis con ello, pero es un guiño que viene a reparar, mínimamente (a lo mejor, incluso, ni eso), la imagen pública de los que se decidan a la política a tiempo completo. Un gesto que me hubiera gustado ver no sólo ahora que estamos en crisis, sino cuando no lo estábamos, pero también cuando no lo estemos.
Sea por ética o por estética no queda mal a los ojos de la ciudadanía esto de rechazar algunos de esos considerados privilegios: complementos al sueldo, kit tecnológico, 1.800 euros en dietas o una pensión complementaria. Algunos han llegado a no admitir la conexión ADSL en su domicilio, ni los gastos de alojamiento en Madrid.
Ahora bien, adecentar la vida pública no se consigue con unos cuantos gestos. Queda mucho trabajo por hacer, cuanto antes se inicie, mucho mejor. A ser posible hoy mismo.
Y una de las maneras de dar el primer paso empieza por este rechazo a determinados privilegios, pero sobre todo por el trabajo que habrán de realizar los representantes de la ciudadanía. Para ello es necesario compromiso y lealtad. Eso es lo que debemos pedirles. En política he visto demasiados altos cargos y parlamentarios ocuparse de sobrevivir en su puesto, poniendo en práctica bochornosas actitudes y comportamientos, y dedicarse menos a trabajar en la solución de los problemas de la sociedad.
El sistema de elección en nuestro país viene dado por listas cerradas, donde ya hay quien se encarga de señalar con el dedo divino a los 'elegidos'; pues bien, en estas listas de siete candados se cuelan consentidamente todo tipo de personas: comprometidas, trabajadoras, humildes, con competencia o sin ella, inteligentes y menos inteligentes (aunque quizá algunos sí lo sean para trepar políticamente, que a la postre puede ser una forma de inteligencia), prepotentes, haraganes, indolentes y otros a los que en mi pueblo se les llamaría ‘tragapanes’.
Las listas cerradas es el modo más seguro que tiene un partido político para controlar a su grey parlamentaria. Y salvo excepciones muy excepcionales es así como se funciona y se quiere funcionar.
Es un honor representar a los ciudadanos en el foro de la más alta representación de un país. Por eso y por dignidad, trabajo es lo que hay que exigirles. Con trabajo y dedicación es posible que se hable menos de privilegios,

jueves, 8 de diciembre de 2011

LAS LÁGRIMAS DEL MAESTRO

El otro día vi llorar a un maestro. Lloró cuando nos despedíamos. Lloró después de narrarme con un nudo en la garganta el episodio del que había sido involuntario protagonista con la madre de una de sus alumnas. Le pregunté qué edad tiene esa madre, treinta y tres o treinta y cinco años, me contestó.
Al parecer la madre le increpó en las escaleras delante de todos sus alumnos. No le bastó la sugerencia que le hizo el maestro de emplazar la conversación al tiempo de tutoría, tres horas más tarde. Le acusaba de haberle producido un moratón a su hija en el brazo que ni siquiera en ese momento se apreciaba.
Hoy los maestros (léase también profesores) se quejan de que su profesión no tiene la consideración social que por su aportación a la sociedad debería tener. Esto ya lo decíamos en La educación que pudo ser, y el día a día no hace más que corroborarlo. Llevan los profesores bastante razón en esto, aunque se trate de un mal compartido por otras muchas profesiones públicas: médicos, enfermeros, trabajadores sociales, jueces…
En este episodio escolar hay algo que me preocupa de igual modo y, si me apuran, bastante más. Me refiero a la presencia de los niños cuando se dirimen diferencias de opinión, o se contraponen puntos de vista, entre maestros y padre, es decir, entre adultos. Algo que entra dentro de los cánones de la razón. Lo que me parece menos racional es que en tales disputas se haga partícipes activos o pasivos a los niños. Y muchos padres lo hacen.
La presidenta de una asociación de padres y madres de un instituto me lo decía días atrás: “es un disparate que en las casas se hagan comentarios ofensivos o peyorativos contra los profesores delante de los hijos”.
Hoy son relativamente frecuentes los episodios de padres que se dirigen de malos modos a los maestros y a los profesores con sus hijos como testigos. Una manera de proceder que es camino más corto para inocular en el niño la falta de respeto y desconsideración hacia sus maestros.
Me cuentan los maestros (a mí me gusta escucharlos) que la relación con los padres jóvenes, cuyas edades oscilan en los treinta años, la relación es más áspera, si cabe, más irrespetuosa que la que tenían con los padres de estos. A mí me viene a la mente que estos padres jóvenes que rondan los veintitantos o los treinta y tantos años estaban en la escuela en los años noventa, y que son herederos de una educación que algunos aspectos se nos escapó de las manos. He defendido la Logse, y sigo defendiendo que fue una ley que trajo un sistema educativo moderno y adaptado a un país que estaba construyendo su democracia. No creo que sea sospechoso de lo contrario. Pero, al igual que decía entonces, creo que cometimos algunos errores en su aplicación. Errores que ahora se aprecian en estos adultos jóvenes, entonces nuestros alumnos, que nos llevan a sus hijos a la escuela.
Lloraba el maestro porque sentía herida su dignidad profesional, más que la personal, después de treinta años de ejercicio de la docencia. Lloraba porque se le acusaba de algo que no había ocurrido: agarrar a la niña del brazo, pero lloraba sobre todo porque sentía que su impecable trayectoria profesional, comprometida con la educación, ahora era despreciada por unas formas burdas, maleducadas y groseras de actuar.

sábado, 3 de diciembre de 2011

LAS AVISPAS

Las avispas son esos insectos molestos, tanto como las moscas, no sabría si también las de Monterroso, pero más peligrosos, que nos pueden amargar una plácida comida estival. Son voraces y descaradas, y nunca se ruborizan. Exhiben sus colores con impudicia, obscenidad y ostentación. Irrumpen ante reyes, príncipes, amanuenses, repartidores de butano y hasta mendigos, dispuestas a acaparar su comida. Y toda su mala uva la concentran en el culo.
Nos esperan años de dificultades, dice la señora Merkel. Me pregunto hasta cuándo, ¿acaso hasta que algunos hayan saciado la avaricia o encuentren mejor fuente donde extraer riqueza? Mucho me temo que esas dificultades las padecerán todos menos los que están tratando de saciar la avaricia.
Algunos economistas, y algunos sabios de la cosa, nos dicen que estamos ante una crisis de confianza. Por lo pronto, yo confío en los que cada día trabajan ocho o nueve horas, también en los que trabajan doce o trece horas diarias, que los hay, y no menos en la legión de parados (perdón, desempleados) que aguardan ponerse manos a la obra. Este es el verdadero capital que tienen los países: sus gentes. Aunque se me antoja que los que hemos colocado, o nos han colocado, en el poder creen menos en ellos. Quizá la confianza habría que exigírsela a los que no confían en nosotros.
A las avispas se les suelen poner como señuelo varios trocitos de carne a unos metros de donde nosotros tratamos de pasar un rato agradable para que se engolfen en ellos y dejen de molestarnos. Yo lo he probado, y funciona.
No estaría de más ponerles un cebo a las avispas y avispones que están promoviendo y, al tiempo, aprovechándose de la terrible crisis del euro para obtener inmensos beneficios a costa del maltrato de la moneda y de la asfixia, ya en fase cianótica, de los ciudadanos. ¿Qué podemos hacer nosotros, entretanto los gobiernos siguen desorientados y no ejerciendo el mandato que se les ha encomendado: gobernar para los ciudadanos?
¿Se os ocurre el tipo de cebo al que dirigir la avaricia de estos avispados avispones?
Por el momento, si me tengo que quedar con algo, permitidme que lo haga con el excelente regalo que me ha enviado mi amigo Paco Hernández.
Qué menos que compartirlo con todos vosotros.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

ES EL MOMENTO DEL CAMBIO


Cambio es una palabra muy socorrida en política. Cuando se utiliza tanto será porque los grandes estrategas y diseñadores de eslóganes políticos la tienen en buena estima. Pues bien, aquí también vamos a recurrir a ella, aunque me reserve opiniones respecto al uso (abuso, diría) del término.

El PSOE ha entregado el poder a la derecha en España. Los resultados de las elecciones del 20-N así lo constatan. Más de cuatro millones de votantes han dejado de votar al partido socialista.


Es lo que se preveía después de una cadena de decisiones de gobierno poco meditadas y, otras, no menos acertadas en el ámbito del funcionamiento interno del partido. No es ventajista, mis labios están marcados por la mordedura de los dientes de tanto callar. Demasiada deriva política en el ejercicio del poder. Y nefasta gestión de los tiempos de cara a las elecciones. Hace meses se tenía que haber producido ese cambio en la Secretaría General que ahora se pospone para febrero de 2012, mal momento con las elecciones andaluzas a la vuelta de la esquina. Grave error de estrategia.


En España hacemos política decimonónica para ciudadanos del siglo XXI. En el siglo XIX la sociedad española era analfabeta en un porcentaje del 80 %, había muchas carencias intelectuales y de trasvase de información, obviamente hoy esto ha cambiado: mayor instrucción, capacidad para enjuiciar y opinar, sentido crítico. Es así como los ciudadanos demandan mayor participación en los asuntos sociales y políticos que les conciernen, se quieren sentir más protagonistas, a pesar del grado de manipulación que les sobrevuela. Ahora la política y los políticos no están para resolverles los problemas sin más, sino para acompañarlos en la resolución de sus problemas.


La sensación que se tiene es que desde hace tiempo el partido socialista necesita una transformación (hay quien habla de refundación). Quizá ahora sea el momento de ese cambio, pero un cambio tanto de personas como de ideas. Cambio de personas en la organización federal y en las organizaciones autonómicas y locales. Cambio de ideas para hacerlo un partido adaptado a los nuevos tiempos. No vale sólo el cambio de personas si no se cambian las ideas. Como tampoco cambiarán las ideas con los mismos dirigentes.


El PSOE tiene que empezar por trasladar a la sociedad un mensaje nuevo. Un mensaje que habrá de venir determinado, en primer lugar, a través de gestos relevantes. Entre ellos, más decencia, algo que la ciudadanía realmente perciba y palpe: la política no es una oficina de colocación para los 'allegados'. La moral y la ética públicas deben estar presentes a través de modos y conductas que sean ejemplo para la ciudadanía, nada de excesos y ostentaciones, estar más cerca de la vida civil. En ello el partido socialista tiene que ser modélico.


En segundo lugar, configurar un partido para el siglo XXI, donde tanto las listas abiertas como la limitación de mandatos sean dos objetivos. La ciudadanía tiene que verle la cara a quien le vota, pedirle cuentas si es necesario, votándolo o rechazándolo. Hay que dignificar la política con mandatos limitados, donde el político no se perpetúe, donde se produzca una necesaria permeabilidad entre la vida política y la vida social. Volver a la actividad profesional después de haber ejercido un cargo público es aconsejable para la buena salud democrática del país y del individuo. Fundamentalmente por dos razones: primero, por no perder el contacto con la realidad y la sociedad, que se pierde con tanta facilidad; segundo, demostrar que la política se hace como un auténtico ejercicio de servicio público y no como una plataforma la que algunos se aferran.


¿Y las primarias?, las primarias son uno de los grandes valores que posee el partido socialista y, sin embargo, ha sido tergiversado su sentido en los últimos tiempos. Los mensajes confusos se han prodigado, en unos sitios eran símbolo y ejemplo de democracia de partido; en otros, un obstáculo, un mal trance que ponía en cuestión al partido. Esto último se llama miedo a la democracia y esa fue la contradicción que se vivió en las elecciones autonómicas y municipales de mayo. La ciudadanía, entre tanto, más que confusa, perpleja. 
El PSOE tiene que mantener ese espíritu transformador de la sociedad, el mismo que le ha hecho ser un motor de cambio histórico. Y los cambios en el funcionamiento interno y de la política en general son los que tocan ahora.

Hay dirigentes que ya han agotado todo su crédito. Los que han llevado al fracaso al partido socialista en las dos últimas citas electorales no pueden liderar ahora la renovación ni el cambio. Dejémonos ya de santos ‘barones’, y más presencia de la militancia en la toma de decisiones. Cuidado con las manipulaciones o dejar la poltrona al heredero o heredera. Es preciso acabar con cualquier atisbo de oligarquía en el partido socialista. Que nadie venga ahora a tutelar cambios de dirigentes, la palabra la tiene que tener la militancia. El partido socialista tiene que estar en otra onda distinta a los demás partidos, debe ser un partido del siglo XXI, donde el calado de la democracia interna sea un valor a transmitir con una notable presencia y desarrollo práctico.


Es el momento del cambio, pero de cambiar de verdad, no con fuegos artificiales como gusta a los que hacen estallar los que a toda costa pretenden mantenerse en el poder. Es el momento de una reflexión profunda.


Una mirada a las dos entradas de este blog (5 y 13 de septiembre) referidas a la socialdemocracia pueden aclarar algunas ideas más.


Por cierto, a Rubalcaba habría que levantarle un monumento en el partido socialista por el ‘marrón’ que ha tenido que tragarse cuando los que tenían que haber dado la cara se han escondido.

domingo, 20 de noviembre de 2011

OTOÑO

Donde vivo el otoño se desnuda dejando la misma impronta que él impone a los numerosos árboles que aquí proliferan, a pesar de la especulación urbanística de la que estos parajes, aunque menos, tampoco se han librado.
Está siendo un otoño duro y difícil para la vida de la gente, tan distinto del otoño meteorológico, cálido, de transición lenta al invierno que hasta ahora nos ha acompañado.
Los ocres, los marrones, los amarillos desvirtuados, los anaranjados imposibles o los tonos violáceos están presentes en cualquier punto donde se mire. Es la otra explosión de colores del año, distinta a la de la primavera, pero cargada también de vida, sentimientos y emociones.
El invierno se aproxima en el hemisferio norte, y cuando el frío congele las aguas de los charcos y las fuentes me temo que lo hará también de las muchas ilusiones y anhelos de la gente. Los augurios en la economía presagian que las penalidades seguirán in crescendo, que los efectos negativos en la economía seguirán cebándose con el común de las personas.
En la economía del mundo desarrollado hace tiempo que penetró un invierno que se antoja inacabable. El eterno invierno duro, gélido, casi infinito de Guerra y paz que acabó con el ejército napoleónico.
Los mercados tienen una cara cada vez más reconocible y un alma cada vez más desalmada. Mientras, los poderes públicos cambian de cara pero no dejan de ser el títere que les interesa a los poderes económicos. Han cambiado, pasándose la soberanía popular por el forro de las bolsas de caudales, a los gobiernos de Grecia y de Italia. Como si la democracia fuera una mera formalidad.
Ante tanta degradación cobijémonos, aunque sólo por un momento, en este otro Otoño de Juan Ramón Jiménez:

Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.

viernes, 18 de noviembre de 2011

BOTINES

Nadie como Botines me está dibujando el implacable paso del tiempo. Ni los cambios que anuncian el crecimiento acelerado de Ángela e Inés, ni la imagen del amigo que he vuelto a ver transcurridos veinte años, ni siquiera los cambios estacionales que me muestran cada mañana la parra virgen aferrada a la tapia o la exuberante higuera del jardín, son capaces de trasladarme la profunda sensación del paso del tiempo que me trasmite Botines.
Hace pocos meses corría con agilidad juvenil, estaba alerta y levantaba la cabeza ante un ruido poco familiar. Ahora es incapaz de seguir el camino que le lleve a lugares que siempre han sido familiares. Sus ojos ya no le abren ventanas al mundo, ni su olfato es capaz de rastrear donde se encuentra la comida, a duras penas ya le guían.
Antes él te acompañaba, ahora eres tú quien lo acompañas. Antes vigilaba tus movimientos, ahora solicita que vigiles los suyos. Aún recuerdo cuando con orgullo asumía su papel de guardián de la casa y husmeaba cualquier rincón, ahora tiene necesidad de ser protegido.
El tiempo es uno de los grandes enigmas del hombre. Ese tiempo que constituye un preciado patrimonio individual, a decir de Baltasar Gracián. A veces siento que nos pasa como a Juan Preciado que, empeñado en buscar a su padre Pedro Páramo, es incapaz de encontrar un tiempo que para él ya está perdido, a pesar de su incansable tráfago en el mundo de las sombras.
Sólo en Botines aprecio con nitidez que el tiempo pasa y que va dejando signos palpables de todo lo que es finito. Botines es mi perro, es el hermano de Cuca y el hijo de China. Sólo queda él. Pronto nos dejará y se dará paso a los recuerdos.
García Márquez concluía El otoño del patriarca con aquella memorable sensación de que aquel tiempo de la incontable eternidad, centrada en la maldad, la crueldad, la ignominia o la abrumadora tiranía, había por fin terminado.
Botines es posible que haya entrado ya en ese estado de melancolía que nos arranca pedazos de la vida sin compasión. Pero lo cierto es que sólo a través de él estoy encontrado en este momento la irrefrenable percepción diaria de que el tiempo pasa.

* Botines nos ha dejado, el 30 de noviembre por la mañana, le faltaban dieciséis días para cumplir los quince años. Hoy, 2 de diciembre, puedo asegurar que hemos entrado en el tiempo de los recuerdos.

viernes, 11 de noviembre de 2011

LA BIBLIOTECA

En los recuerdos más lejanos de mi infancia han estado siempre presentes las bibliotecas (pública o escolar). Esa ficha que rellenaba con letra grande e infantil, con el préstamo de Las aventuras de Tom Sawyer o 20.000 leguas de viaje submarino, mimando el libro prestado, cuidándolo para entregarlo en el mismo estado de conservación que lo había recibido.
Después, también. Nunca se me ha acabado la admiración por una biblioteca, desde la Biblioteca Nacional, la más frecuentada del Hospital Real, la de la Facultad de Letras, o la de un colegio o instituto. Siempre me he sentido embargado por una fascinación que no sabía explicar. Era como si me sintiera en mi hábitat natural y no lo supiera, como el renacuajo que se zambulle en una charca pero no es consciente del volumen de agua donde se encuentra.
Las bibliotecas son depositarias del espíritu de los libros y de las gentes que las visitan. Terminan acomodándose a las comunidades donde se ubican.
El Zaidín es un barrio de Granada. Es el barrio más populoso, es como una ciudad en miniatura. Es un barrio con distintos servicios públicos, recreativos y culturales, entre ellos una biblioteca.
El Ayuntamiento de Granada ha decidido cerrar la única biblioteca pública que existe en este barrio. No sé si los libros molestarán a sus dirigentes, o si a esto de leer un libro no le dan importancia alguna, pero la cierto es que la han cerrado. Y si ha sido por ahorrarse unos miles de euros, resulta si cabe más patético que hayan puesto a funcionar la calculadora en una biblioteca.
En una ocasión un alcalde se mofaba de los libros de la historia de su pueblo porque recogían, entre otras muchas referencias históricas, los desayunos del obispo. Luego descubrí que no era los desayunos del obispo lo que carecía de importancia para él, sino el hecho de rescatar la historia de su pueblo. “Qué falta hace saber la que ha pasado hace siglos para resolver los problemas del presente, para qué nos sirve”, llegaba a preguntar sin recato.
Ayer el alcalde de Granada envió a las fuerzas locales de seguridad para acabar con la resistencia de un puñado de vecinos del barrio que pretendían impedir que se sacaran los libros de la biblioteca. Esta fuerza opositora estaba formada por ancianos en su mayoría.
Por supuesto, triunfó la fuerza bruta del alcalde y se doblegó la fuerza moral de los resistentes.
Ahora en las escuelas se está promoviendo la lectura (siempre se hizo), se crean bibliotecas en el aula, se dotan mejor las del colegio; entonces, ¿cómo le explicamos a los niños del Zaidín que en su barrio la biblioteca pública ha desaparecido por una decisión de su alcalde y supongo que del concejal de Cultura (con perdón)?
Quizá el alcalde haya medido la biblioteca en términos de rentabilidad como el otro alcalde que menospreciaba los libros de historia de su pueblo.
Esto lo digo para que sepamos qué tipos son los que nos gobiernan y a los que nosotros votamos en esta democracia anémica que tenemos.
Con decisiones de este tipo, ¿estaremos más cerca de culminar ese imparable proceso de embrutecimiento de nuestra sociedad al que nos hemos empecinado llegar?, ¿acaso es mejor encarrilar a esos niños y jóvenes que la frecuentaban hacia el espíritu del botellón que hoy está tan extendido?
Por cierto, la biblioteca se situaba, o se sitúa (allí sigue el edificio), en un lugar llamado plaza de Las Palomas. Creo que hasta el nombre invitaba a la lectura.

lunes, 7 de noviembre de 2011

MIRADAS

En la creación literaria hay un elemento narrativo que tiene una enorme fuerza descriptiva, capaz de reflejar emociones, angustia, alegría, odio, sentimientos, estados del alma, y hasta entablar un diálogo, me refiero a la mirada.
Con la mirada un personaje ríe, responde, silencia, descubre, calla. Es capaz de transmitir un discurso narrativo de indudable valor y expresar todo lo que quiere decir sin necesidad de mover los labios.
Cuando era pequeño la sola mirada de mi padre me indicaba cómo tenía que comportarme, si tenía permiso para coger el regalo de un adulto o si podía comenzar a comer.
Las miradas pueden expresar las mayores verdades, pero también enmascarar una verdad.
En nuestro mundo de la imagen hemos visto las miradas del hambre, de la desesperación, de la alegría, del sufrimiento, de la represión, de las víctimas, de los verdugos, de los tiranos, de la solidaridad.
Hace dos días la mirada de una mujer me sobrecogió. Al tiempo que me produjo una enorme admiración.
Adoración Zubeldía es la viuda de un concejal de UPN, José Javier Múgica, que ETA asesinó en julio de 2001.
Días antes estos etarras en otra vista judicial habían mostrado cierta sorna cuando ella describía cómo había visto a su marido arder vivo. Pero fueron incapaces de aguantar su mirada cuando, al volver a declarar días después, terminada su declaración se levantó y giró su frágil cuerpo para mirarlos durante unos segundos.
Fue una mirada serena, precisa, intensa, en la que no se atisbaba odio, simplemente desprecio a su cobardía. La misma cobardía que les amparó para asesinar a su marido.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

CANTO A MÍ MISMO

Llevo un tiempo algo aturdido. La crisis económica, el uso espurio de la educación en la precampaña electoral (no quiero pensar lo que ocurrirá en plana campaña), un mundo desarrollado que sólo mira hacia su ombligo, mientras los conflictos, las guerras o el hambre alcanzan cotas históricas antes no vistas (si exceptuamos las grandes guerras mundiales), es como si me tuvieran abducido. Pienso y escribo casi todo en esa clave.
Así se explica que este blog esté plagado últimamente de crónicas de la desesperanza, del desasosiego y de la ignominia que nos rodea.
Menos mal que sigo a trompicones con mi actual novela, que espero terminar pronto porque ya está empujando, y con qué fuerza, la siguiente.
He leído en la web de Muñoz Molina, en su ‘Escrito en un instante’ (lectura que aconsejo) que se ha marchado a Nueva York.
Él también ha ido NY, como tantos y tantos. Yo no he estado nunca en NY, pero no desespero. Con alguna crónica de Muñoz Molina seguro que conoceré un poco más del alma de esta gran ciudad.
No he abandonado la literatura aunque lo parezca, pero la actualidad no nos puede dejar inermes. Hay demasiados problemas a nuestro alrededor para que nos encerremos en una cómoda torre de marfil y que sólo miremos a la literatura. Aunque también haya que mirar a la literatura para entender lo que está pasado.
Hay problemas en el mundo que compartimos que reclaman nuestra atención, dedicarse sólo a escribir poemas o relatos de ficción sin mirar hacia lo que nos rodea nos hace tan inútiles para la sociedad como los judíos o los religiosos cristianos que sólo se dedican a la vida contemplativa.
Hoy me apetecía compartir con vosotros este poema en el que todos somos un poco héroes, y donde vencedores y vencidos cuentan igual, a ver si nos reconforta.

Con estrépitos de músicas vengo,
con cornetas y tambores.
Mis marchas no suenan solo para los victoriosos,
sino para los derrotados y los muertos también.
Todos dicen: es glorioso ganar una batalla.
Pues yo digo que es tan glorioso perderla.
¡Las batallas se pierden con el mismo espíritu que se ganan!
¡Hurra por los muertos!
Dejadme soplar en las trompas, recio y alegre, por ellos.
¡Hurra por los que cayeron,
por los barcos que se hundieron en la mar,
y por los que perecieron ahogados!
¡Hurra por los generales que perdieron el combate y por todos los héroes
Los infinitos héroes desconocidos valen tanto como los héroes más grandes de la Historia.

(Walt Whitman, en Canto a mí mismo)

domingo, 30 de octubre de 2011

LA ESTATUA

Yo nunca he estado en Nueva York, así que no he podido apreciar su aire cosmopolita, el de la gran metrópoli del mundo, ni esa arquitectura que pretende atrapar el cielo, ni los aires soñadores de Brooklyn, ni su puente que conduce a Manhattan. Nunca he estado en NY, en la ciudad de Walt Whitman donde estuvo García Lorca cuando estaba a punto de producirse el crac del 29 y flotaba en el ambiente una insoportable discriminación de las minorías. La ciudad donde han estado tantos y tantos, y millones de personas más.
Según me dicen los que han estado, es una ciudad que produce una gran fascinación. Seguramente si hubiera estado me habría impresionado, hubiera tenido la tentación de ir buscando todas esas imágenes que ahora están en una fotografía o en una grabación en movimiento. A buen seguro me habría encontrado cómodo, hubiera reconocido tantos y tantos lugares al pronto de tenerlos delante. Las grandes ciudades son un poco de todo el mundo.
El cine americano tiene muchos valores, pero probablemente el más importante sea que es un perfecto escaparate de lo que es la vida americana. Refleja la realidad de sus ciudades y la vida de sus gentes. Es un cine que nos ha familiarizado con el paisaje de sus calles, de sus edificios, de sus parques, de sus gentes, de sus modos de vida… Hasta el punto de reconocerlo como si fuera una parte ampliada de nuestra propia ciudad.
Lo demás: la naturaleza humana, sus pasiones, sus miserias, sus virtudes y todo lo restante que se esconde detrás de ella es fácil encontrarlo en cualquier otro lugar. Algo tan común a la especie humana que a poco que miremos a nuestro alrededor lo vamos a encontrar.
En La hoguera de las vanidades, Tom Wolfe enmarca su historia en NY, y la ciudad, la gran ciudad, se convierte en el personaje central con todo su esplendor pero también con todas sus miserias.
Creo que ya he hablado demasiado de Nueva York para no haber estado nunca allí. Hoy mi intención era otra: escribir algo sobre la estatua de la Libertad y su aniversario.
Aunque no fuera nada más que por contemplar la vista que se nos ofrece de ella desde Manhattan me gustaría ir a NY. Después de todo es probablemente la estatua por antonomasia.
Sin embargo, hay otra perspectiva de ella no menos interesante: la que han contemplado durante décadas cientos de miles de inmigrantes cuando accedían a la ansiada tierra de las oportunidades. Ahí está desde 1886 erigida como el primer saludo que reciben los visitantes que entran en la desembocadura del río Hudson. Con el tiempo se convirtió en el símbolo de la esperanza para los que huían de la miseria, de la guerra o buscaban el sueño americano.
Hemos creado una sociedad de símbolos. Unos resultan patéticos, otros acrecientan nuestro ánimo. La estatua de la Libertad, el regalo de la nación francesa a EEUU hace ahora 125 años, con motivo del centenario de su nacimiento como país, es un ejemplo de los segundos.
Si tuviera que buscar una imagen que resuma todo lo que pretendo decir, me quedaría con la de un Chaplin boquiabierto y expectante, en la película El emigrante, a su llegada a la bahía contemplando la estatua de la Libertad.

martes, 25 de octubre de 2011

¡DEJEMOS EN PAZ A LA EDUCACIÓN!

Los vídeos electorales que se graban como propaganda en las campañas suelen estar dotados de un alto grado de irresponsabilidad y altas dosis de demagogia. La distorsión de la realidad es lo que les caracteriza.
Hemos tenido ocasión de apreciarlo en cada campaña electoral en nuestro país, por iniciativa de casi todos los partidos políticos.
En la que se nos viene encima con motivo de las elecciones del 20-N por lo pronto el foco parece estar mirando a la educación.
En este sentido estamos viviendo un inicio de curso vergonzoso por parte de la clase política.
Se está utilizando a la educación como arma arrojadiza y con una falta de cordura preocupante.
En algunas comunidades autónomas, lideradas por Madrid, sus responsables políticos han sido tan atrevidos como insensatos cuando han mirado a la educación y a los recursos puestos en ella como solución para aliviar los déficits presupuestarios.
Al hilo de ello, en toda la protesta que se ha suscitado asimismo se están anteponiendo argumentos fáciles y poca reflexión para referirse a la educación pública y a la educación privada.
No olvidemos que existe un precepto constitucional y muchas otras razones, algunas de las cuales expongo en una entrada anterior de este blog (3 de octubre), para no ser tan ligeros a la hora de entablar esa confrontación entre escuela pública y privada.
La realidad educativa de nuestro país va más allá de una absurda, artificial, interesada y demagógica confrontación entre la educación pública y la privada. Personalmente visito zonas educativas donde no existen centros públicos para albergar a toda la población escolar del barrio. La presencia de los centros privados-concertados es una solución. En tal caso, ¿a qué centro, si no, deberían ir los niños del barrio con solvencia económica o sin ella?
Me apena observar cómo cuando hablamos de educación no miramos a los niños y a los jóvenes de nuestro país, miramos a intereses personales, corporativos o políticos, que generalmente muestran enfoques erróneos que tergiversan la realidad.
En declaraciones a Radio Nacional (minuto 8:45) la vicepresidenta general del PP y directora de campaña, Ana Mato, ha tenido la osadía de declarar que “los niños andaluces están en el suelo en las escuelas”.
http://www.rtve.es/noticias/20111025/ana-mato-cree-algunos-se-estan-precipitando-tras-anuncio-eta/470927.shtml
Esto son cosas que no se pueden decir sin más, de modo tan gratuito, sin que se le caiga la cara de vergüenza a esta señora, o mejor, que se vaya a su casa, porque ¿a quién va a representar? No se puede utilizar cualquier ‘argumento’, o más bien ocurrencia, para exponer una idea.
Al principio me refería a los vídeos de campaña electoral. Ahora el PSOE ha difundido un vídeo, sobre esa disyuntiva entre educación pública y educación privada, con muy poca fortuna. Cuando menos me parece una irresponsabilidad que en nada beneficia a la educación en España, ni a las pretensiones electorales, si es que con dicho vídeo se pretenden ganar algunos votos.
http://www.youtube.com/watch?v=omssLO5eVgY
La educación, por su bien y el nuestro, es mejor que quede fuera de la trifulca política.
¡Por favor, esto se tiene que parar!

viernes, 21 de octubre de 2011

EL PORTAL


Cada viernes suelo pasar por el portal. Antes, cuando no era viernes, también pasaba, y el sentimiento era el mismo de ahora.
Los imagino nerviosos, abordados por la tensión de lo que han venido a hacer. Cruzan las miradas, se mueven de un lado a otro como leones enjaulados, disimulan cuando entra un niño que vuelve del colegio, hacen como que salen o entran cuando aparece alguna vecina. La espera se les está haciendo eterna. Es posible que alguno de esos tres jóvenes hombres de apariencia estudiantil esté echado contra una de las esquinas que delimitan la entrada del portal, esperando dar la voz de alerta, incluso a ratos hasta se habrá sentado en el escalón de la acera. Allí acecha como una alimaña. Aunque ya ha entrado el otoño, las bondades del clima meridional retienen aún los primeros aires frescos del otoño en las cumbres de Sierra Nevada.
Por la acera la gente transita deprisa. Es la hora de la salida de la escuela, de la facultad, de las oficinas, también es la hora del aperitivo, de esa parada en los bares que hay a un paso de allí para tomar una cerveza. La gente transita con celeridad por la acera ajena a lo que va a ocurrir. Algunos estudiantes recién salidos de clase se dirigen a los cercanos comedores universitarios. Los coches circulan por la calzada, todos en la misma dirección, se apresuran para evitar el atasco que suele organizarse a esta hora. Nadie repara que en la esquina que delimita el portal hay un joven con ojos vigilantes que aguarda para dar la voz de alerta. Los que hay dentro del portal junto a los buzones esperan impacientes un gesto del que hay fuera. También ellos son ajenos al trajín que casi les roza, sólo tienen un pensamiento en la cabeza: esperar que llegue su objetivo para perpetrar una acción criminal.
Siempre que paso por ese portal me pregunto lo mismo: ¿para qué les ha servido la muerte de cientos de víctimas inocentes?
Hoy es viernes y he vuelto a caminar junto al portal. Pero hoy mis sensaciones han sido diferentes: aquellos que un día asesinaron a sangre fría con un tiro en la cabeza a un hombre indefenso que se disponía a subir a casa para almorzar, donde le aguardaba su familia, hoy han anunciado el final de la violencia armada.
La democracia les ha derrotado, les ha derrotado el pueblo. Entretanto, la vida de tantos inocentes se ha quedado por el camino.
Hoy que he vuelto a pasar me he preguntado: ¿para qué les sirvió la muerte de Luis Portero hace once años?, para nada; en todo caso para causar un inmenso dolor.
Y justo once años después ETA ha emitido un comunicado por el que dice poner fin a la violencia.
¡Y a mí que se me antoja que nos queda aún mucho camino por recorrer!

lunes, 17 de octubre de 2011

EL DEDO Y LA LUNA

Las redes sociales se han convertido en una fuente poderosa donde apoyar la construcción de una noticia.
Los comentarios en twitter, tuenti o facebook son ya un elemento vivo en las noticias. Los periodistas los usan y los destacan. Es el impacto del instante, algo que no deja de ser un riesgo por todo lo que puede tener de mera anécdota.
Hace unos años recuerdo que escuchaba a algún orador utilizar el número de resultados de una palabra en Google’como dato (¿científico?) para valorar su impacto en internet y, en consecuencia, su importancia en el mundo globalizado.
Quien mire con detenimiento la expansión de una palabra en internet observará que registra lo que le afecta y lo que no le afecta, lo que hace referencia a ella y lo que no, lo que es relevante y lo que no es.
El tratamiento informativo del movimiento 15M (ahora con su dimensión global en el 15O) está proyectando noticias e imágenes que a veces deforman la realidad.
No sabría decir si en las manifestaciones habidas el 15 de octubre la noticia está en los altercados
que provocaron grupos violentos y alborotadores, aprovechando ese momento multitudinario, o en esa gran masa ciudadana pacífica, de protesta civilizada y de dimensiones aún insospechadas.
Realmente no sé dónde está la noticia. Quizás en ambos hechos. Pero como no soy periodista puedo estar equivocado si me inclino por una cosa o por otra.
Lo que sí sé es que el dedo que señala la Luna nunca puede eclipsar el satélite. Me imagino que este debe ser el verdadero objeto de nuestra atención.
Por correo electrónico me acaba de llegar esta viñeta del ilustrador italiano Mario Marilungo, quien glosa de modo magistral el tratamiento de la información que se está haciendo por los incidentes de Roma con motivo del 15O. Como antes ocurrió con los de Barcelona y otras ciudades, cuando sólo existía el 15M.
Esta manera de hacer periodismo que hoy padecemos (en muchos ámbitos de la vida) personalmente no sabría explicarla. Será porque no soy periodista.
Todo esto me genera una duda: ¿es así como se explica a los estudiantes el verdadero y auténtico ejercicio del periodismo en la Universidad?
Lo mejor será que ellos, los periodistas, nos lo aclaren.

domingo, 9 de octubre de 2011

¿HERENCIA ESPAÑOLA?

No sé si en esta época nuestra se estará concentrando lo más mugriento y cutre de la esencia heredada de lo español: pillería, corrupción, picaresca, escaqueo, nepotismo, indolencia…
En estos últimos días me ha sorprendido una aristócrata ya longeva que se casa, que baila sevillanas ante el público que aguarda en la calle, que se rodea de toreros y farándula, que dicen se ha puesto a lo largo de su vida el mundo por montera.
También he visto rostros cariacontecidos, prendidos en la desesperación y la resignación, esperando la ejecución de una orden de embargo que se aplaza por la solidaridad de un puñado de personas. De viviendas impagadas que ya no se valoran como antes y que no cubren el valor de la hipoteca.
Un gobierno socialista (en connivencia con la oposición del partido popular) que no ha tenido los redaños para acabar con la ignominiosa y abusiva práctica de impedir que se salde una hipoteca con la dación de la vivienda. ¡Que viva la usura!
Está claro que las personas han dejado de ser lo más importante.
Suspiros de una España donde los golfos y aprovechados se cuelan por todas partes, casi siempre por los agujeros de la política, que llegaron a las cajas de ahorro (que hasta ahora no eran bancos y tenían una carácter público) mendigando, y salen de ellas con los bolsillos llenos. Consejeros y consejeras que una vez los puso un político en el puesto y que se van saqueando parte de la riqueza que le pertenece a la sociedad. Los últimos casos los de Nova Caixa Galicia o la CAM (Caja de Ahorros del Mediterráneo). Consejeros que blindaron su futuro con pensiones de escándalo y con finiquitos fruto de la codicia más depravada.
¿Qué le está pasando a la vida pública de este país?
¿Tendrá que ver con no habernos desprendido aún de lo peor de nuestra herencia de siglos?
La duquesa se ha marcado un baile por sevillanas al salir de su boda, ¡ella que puede!
Los otros, los consejeros, también se lo habrán marcado al salir de las cajas, pero a hurtadillas.

lunes, 3 de octubre de 2011

EDUCACIÓN PÚBLICA VERSUS EDUCACIÓN PRIVADA

El mundo de la educación se ha visto más que soliviantado en este tiempo de crisis económica. Y con las meteduras de pata de algunas y algunos responsables políticos, si cabe mucho más.
Decidir que se limiten determinados recursos humanos en la educación es el colmo del despropósito por mucha crisis que haya. Decidir que se recorte el presupuesto que se invierte en educación es una estupidez que sólo se le ocurre a quienes no tienen ni idea de lo que tienen entre manos, es decir, esa perniciosa clase de políticos que se toman su estancia en la política como un ejercicio de supervivencia.
Al hilo de todo esto se ha generado paralelamente una defensa numantina en torno a la educación pública. A dirigentes políticos y sindicales se les llena la boca hablando de la defensa de la escuela pública. En España está defensa tiene sus riesgos. Defender sólo la escuela pública nos conduce a la exclusión de un gran porcentaje de población escolar que estaría encantada de ir a un centro público si hubiese plazas para todos.
¿Actualmente en España se puede garantizar un puesto escolar público a toda la población en edad escolar?
Los centros concertados quizá no tengan la culpa de ser concertados (habría que preguntárselo) y sí la tenga un Estado que en más de treinta años de democracia debería haber construido los centros educativos necesarios para que los que ahora están concertados fuesen privados en toda su extensión y representaran esa opción democrática y educativa para los padres que ahora no la representan.
Me parece democrático que existan centros públicos y centros privados, y que los padres puedan elegir donde llevar a sus hijos. Pero me parece menos democrático que existan centros concertados que funcionan como si fueran exclusivamente privados, cuando les interesa, y ‘algo públicos’ para sostenerse con fondos públicos (por ejemplo, la selección del profesorado la hacen ellos, pero su nómina la paga la Administración).
Quizá uno de los males de nuestra educación sea la existencia de este sistema dual de centros heredado de nuestra historia educativa (monopolio de la educación religiosa) y reforzado en el franquismo. Y la rémora de un concordato con la Santa Sede que tanto maniata a los poderes públicos, entre otras cosas, en materia educativa. Y ese punto 4 del artículo 27 de la Constitución que obliga a los poderes públicos a garantizar la enseñanza religiosa dentro de las escuelas. No porque tengamos nada contra la Iglesia, pero cada uno en su casa y Dios en la de todos.
Probablemente la LODE (Ley del Derecho a la Educación, 1985) necesitaría una oportuna revisión también.
Por encima de la controversia excluyente entre educación pública y educación privada debería estar la defensa de la educación sin apellidos, la educación en mayúscula. Y esto se me antoja que se nos olvida con demasiada frecuencia.
¿Qué cuál sería esa educación en mayúscula?: una educación laica que se sustente en los principios de equidad, inclusión social e igualdad de oportunidades.
Y esto a ser posible para toda la población escolar española.

martes, 27 de septiembre de 2011

LA GRAN VUELTA EN AUTOBÚS

Hace algunos años cualquier celebración en una ciudad dejaba un reguero de huellas que recordaban la naturaleza de la misma, en una especie de epílogo con regusto a nostalgia. Cuando finalizaban los días de feria los niños nos quedábamos varios días saboreando los buenos momentos vividos con los restos de casetas, columpios, puestos de turrón y barretas o alguna tómbola remolona que no habían sido aún retirados.
Hoy todo vestigio de celebración se limpia con una rapidez inusitada. No sé si es mejor o peor, sinceramente (supongo que dependerá del evento, porque imaginen lo que es dejar la basura generada por el botellón), pero lo cierto es que se acomete con la diligencia que impone la gestión eficaz que se exige ahora.
No obstante, también quisiéramos la misma celeridad para que desaparezcan carteles, pegatinas y otras muestras de las campañas electorales. ¿Quién no ha visto en su ciudad esos carteles que perduran días y días hasta que los agentes atmosféricos destiñen la cara del candidato u ondulan inevitablemente el papel?
La patrona de Granada es la Virgen de las Angustias y el último domingo de septiembre ‘procesiona’ por las calles más céntricas de la ciudad. Este último también lo ha hecho y, como cualquier año, dejando el asfalto salpicado de la cera de los cirios que portan los que componen la comitiva.
En los últimos años el Ayuntamiento de Granada se ha apresurado a eliminar la cera para el día siguiente. Este año eran las seis de la madrugada del lunes y un ejército de operarios se afanaban porque no quedara rastro alguno del evento del día anterior. Y en este caso con una razón de peso: la cera es un mal aliado para el tráfico rodado.
Pero ese mismo lunes el autobús que habitualmente tomo para desplazarme al trabajo llegó a la parada con notable retraso. Después vino una vuelta interminable, casi un paseo turístico por la ciudad (que la verdad, lo merece). El centro de la ciudad estaba cerrado a la circulación rodada por mor de las tareas de limpieza de la cera. Y como consecuencia: el resto de la ciudad sumida en un monumental caos circulatorio. Fue un lunes donde mucha gente llegó tarde al trabajo, a la cita con el médico o con el notario, y hasta con el amigo por no llegar a la hora acordada para tomar el café.
No sabría qué es mejor, si que se suspendan las procesiones, o que no se enciendan cirios en ellas o que después de los domingos de procesión las empresas, comercios y oficinas retrasen el horario de entrada al trabajo el lunes.
Al día siguiente, la festividad de la patrona de la ciudad sólo era un fervoroso recuerdo para los que la habían acompañado por sus calles, pero un incordio mañanero para todos los que habían de moverse en transporte público o vehículo propio.
Aunque acaso lo que lamento es que con la limpieza de la cera también haya desparecido esa otra gran fiesta que acompaña a esta festividad: la de los frutos del otoño y los dulces típicos para la ocasión. Acerolas, azufaifas, nueces, avellanas o tortas de cabello de ángel tuvieron en los tenderetes una exposición tan efímera como la de la cera en el asfalto. Quizá los hubiéramos disfrutado más si se hubieran ofrecido durante dos o tres días en los atractivos puestos de venta que ocupaban en la Fuente de las Batallas.
Por cierto, ahora que somos tan aficionados a ponerle precio a todo, ¿se ha calculado el coste en horas de trabajo, productividad y desgaste de nervios que sumó el caos circulatorio de la ciudad por mor de la dichosa cera?

domingo, 25 de septiembre de 2011

ESTADO PALESTINO

Hay acontecimientos históricos que nos acompañan toda la vida. Se asemejan a ese familiar al que vemos esporádicamente, pero con la frecuencia suficiente para mantener vivos unos lazos fraternales que nos recuerdan un sentido de pertenencia.
Con el conflicto de Oriente Próximo me ocurre algo parecido. Es como si formara parte de mi historia personal. De esa dimensión planetaria que inevitablemente nos sitúa como ciudadanos del mundo.
El conflicto palestino-israelí ya existía antes de que yo naciera, como mis abuelos o mis tíos.
Desde que tengo conciencia de los problemas del mundo (por entonces un imberbe púbero con aspiraciones a adolescente) he vivido con imágenes en la televisión donde una panda de jóvenes desarrapados lanzaba piedras a carros de combate monolíticos y a soldados bien pertrechados con casco calado, que me recordaban a los iconos militares de la primera guerra mundial. La misma imagen que avivaba los recuerdos de guerrillas a pedrada limpia que forjábamos los niños del barrio bajo y del barrio alto.
Desde que se hizo el color en la televisión de casa en las noticias de mediodía y la noche aparecían imágenes de cadáveres envueltos en telas de horrible estampado levantados por una turba arracimada profiriendo consignas ininteligibles, gemidos desgarrados, mujeres empapadas en lágrimas y deseos de venganza.
Desde que las cámaras de televisión han proliferado como hormigas hemos visto a un niño que moría en los impotentes brazos de su padre, el impacto de la sangre derramada (incapaz ya de reclamar nacionalidad alguna), sangre cubriendo el asfalto o chorreando por el respaldo del asiento de un autobús; hemos visto rollos de alambre de espino impidiendo el paso, altos muros de hormigón y hasta como la aridez se adueñaba de las calles, de los campos y de los rostros envilecidos.
Desde que las imágenes no han cesado de repetirse un día y otro, desde que las palabras no han sonado nada más que a mentiras, a desengaño, a promesas incumplidas, mi capacidad de rechazo, y hasta de indignación, lamentablemente no han hecho más que ‘acomodarse’, pero no languidecer.
Abu Mazen ha pedido a la ONU el reconocimiento de Palestina como Estado, mas no tiene visos de prosperar en un organismo con las manos atadas. EEUU pretende impedirlo.
EEUU se equivoca, Obama se equivoca. Ya sé que está el lobby judío, el poder financiero y muchas cosas más. Pero en este momento Obama se equivoca. Antepone otros intereses (seguramente más sustanciales para él, electoralmente hablando) a caer en la flagrante contradicción histórica de alentar cambios democráticos en los países árabes, al tiempo que cierra las puertas a la independencia de uno de ellos.
Quiere argumentarlo aduciendo a uno de los grandes fiascos de la historia: las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos (tan sólo tiremos de hemeroteca). Nadie cree en ellas, ni los que negocian. No es más que una táctica dilatoria. En ambos países hay potentes poderes fácticos que se encuentran cómodos en la actual situación: ultraderecha judía y radicales palestinos. Estos tienen secuestrada a gran parte de la población de ambos países que sí quieren la paz.
No sé si se llegará a un Estado palestino o no, pero había que dar este paso en la ONU. Sólo cuando se produzca este reconocimiento internacional habrá paz.

martes, 13 de septiembre de 2011

SOCIALDEMOCRACIA: ¿PENSANDO EN LA RECONSTRUCCIÓN?*

Desde el Tratado de Maastricht, en que se potencia la unión económica y monetaria, la socialdemocracia, instalada en la confusión, se ha dejado llevar por los cantos de sirena del desarrollo económico más puro. Hasta el punto de ceder parte de sus creencias y principios en detrimento de una verdadera Europa de los ciudadanos que pudiera salvar el galopante sesgo de destrucción del Estado del bienestar que ha supuesto la construcción europea en términos del liberalismo ultramontano.

En el fundamento de la socialdemocracia existe un delicado equilibrio en el conflicto que se suscita entre la economía capitalista de mercado y la existencia de la sociedad del bienestar, es decir, entre el papel que juega el Estado y la inmersión en un sistema económico donde el mercado es la base que lo regula. De la preponderancia de uno u otro dependerá la dimensión social que se alcance en la sociedad, así como que se hagan realidad en mayor o menor grado las aspiraciones de justicia social, amparo a la dignidad humana y los derechos humanos, y la calidad de la democracia.

La coexistencia del pensamiento socialista en el seno de un sistema capitalista de mercado es lo que ha propiciado que la socialdemocracia lleve establecida en el mundo occidental democrático casi más de un siglo como una opción viable de poder. Pero esta coexistencia ahora parece estar en peligro ante la dimensión de la economía y los derroteros a que la han llevado las prácticas neoliberales. El mercado es insaciable y no entiende de justicia social, ni de Estado del bienestar, ni nada que se le parezca, tan sólo de beneficios y balance favorable de cuentas de resultados. ¿Qué tendría que hacer la socialdemocracia en esta encrucijada a que la ha llevado el mercado ultraliberal?

El mundo de hoy es un mundo globalizado. La socialdemocracia, obviamente, se tiene que adaptar a la globalización, lo contrario sería intentar navegar desde el fondo de la cascada hacia su inicio. Mas si tiene que entrar en la era de la globalización ha de procurar ir provista de principios de justicia social y patrones éticos y morales emanados de los derechos humanos. No siempre lo ha hecho y, por tanto, lo que aquí le reprochamos es que haya tratado o trate de adaptarse a cualquier precio.

¿Ante los retos del mundo globalizado necesitaría la socialdemocracia reconstruirse? Es obvio que cualquier sistema existente no es ajeno a la galaxia donde se integra y la interrelación que se produce entre sus componentes hace que las influencias sean recíprocas. En nuestro caso, el intercambio de planteamientos entre la socialdemocracia y el capitalismo se produce con más o menos intensidad e influencia, según acontezca. En este juego de fuerzas es donde la socialdemocracia no debe claudicar frente al neoliberalismo y mantener su rol de motor de cambio histórico ante las desigualdades e injusticias sociales. Un ejemplo: el impresionante crecimiento económico y tecnológico que se ha producido en las últimas décadas no ha evitado que vivamos en un mundo más injusto, más desigual y menos solidario. Ahora que vivimos una terrible crisis económica no sólo el crecimiento económico, como proclaman algunos visionarios, nos sacará de ella, sino también una mayor justicia social, mayor igualdad y otro modelo de relaciones internacionales que reduzca el desigual reparto de la riqueza.

Por otro lado, ¿es cierto que la globalización, la sociedad de las nuevas tecnologías o la debilidad y limitaciones de los Estados frente al ultraliberalismo económico han afectado tanto a la socialdemocracia hasta el punto de convertirla en un modelo inservible que necesita una transformación en sus fundamentos? Que el mundo ha cambiado es una realidad, pero no menos cierto es que desde distintas tribunas se ha instigado un pensamiento que devalúa a la socialdemocracia como opción válida para afrontar los retos del mundo actual. Se escuchan voces pidiendo que la socialdemocracia europea se transforme o, de lo contrario, podría ser barrida por una especie de huracán desencadenado por la competitividad mundial en lo económico. Y nos preguntamos: ¿en qué sentido tendría que transformarse, en adoptar los patrones del neoliberalismo triunfante o seguir fiel a sus postulados? El neoliberalismo es un depredador insaciable que busca que todo esté bajo su carpa, bajo la tiranía del patrón que lo rige: el mercado. Su objetivo, como el de otros grandes sistemas, es engullir al contrario, y la socialdemocracia está en el punto de mira.

Me preocupan las ideas y los discursos que últimamente se están escuchando desde la izquierda, en nuestro país referidos a la inminente reforma constitucional. A veces se expresan con el mismo lenguaje y los mismos términos que lo hace la derecha cuando hablan de desarrollo económico. Líderes de la izquierda que cuando todo iba bien se subieron a la cresta de la corriente favorable y, sin embargo, no introdujeron reformas y cambios para frenar la expansión alocada de la especulación. Líderes de la izquierda que han servido de bomberos para apagar el fuego que podría haber zarandeado los cimientos del sistema económico que nos ha llevado a la crisis: el neoliberalismo. Una más de las contradicciones de la Historia.

A tenor de lo dicho, ¿tendríamos que hablar de la reconstrucción de la izquierda? Quizá, pero también de la reconstrucción de un mundo que será imposible que siga sosteniendo todas las conquistas sociales que costó siglos alcanzar, y que ahora pueden desvanecerse en poco tiempo. De nada le serviría a la izquierda reconstruirse para perder lo ya conquistado, y lo peor: obcecada por intentar mantenerse en el mundo que otros le han diseñado pretender una reconstrucción bajo los patrones de este.

Reconstruir la socialdemocracia sí, pero no para perder sus señas históricas de identidad y dejarse arrastrar al piélago del neoliberalismo.

*Artículo publicado en el periódico Ideal, 10/09/2011.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

MEDIR EL TIEMPO DE TRABAJO DE LOS PROFESORES

Hoy he visitado un instituto, tenía una reunión con directores. Hemos hablado del inicio del curso y del trabajo que tenemos por delante en el resto del curso. He percibido buenas sensaciones en ellos, incluso su animosidad me ha servido de estímulo. Saben que por delante les espera un año académico con importantes retos y un trabajo arduo con los alumnos en el que no escatimarán esfuerzos. A veces se verán sobrepasados por esa insaciable petición de ‘papeles’ de la que hace gala la Administración educativa (quizá para justificar su propio trabajo o para ‘controlar’ mejor el de lo demás).
Cuando analizo en el capítulo 6 de La educación que pudo ser el papel del profesorado en nuestro sistema educativo no me duelen prendas para señalar la cuota de responsabilidad que le corresponde en lo que califico agotamiento (si quieren fracaso) del sistema educativo.
Pero hay declaraciones de responsables políticos que uno no puede pasar por alto, como si no hubiera escuchado nada. Declaraciones que demuestran la talla política de quien las ha pronunciado y la ignorancia (en tal caso, con osado atrevimiento) de quienes nos gobiernan.
Cuando me dirigía hoy a esa reunión, martes, 7 de septiembre, he escuchado en la radio unas declaraciones de la teniente de alcalde y concejala de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, Ana Botella, en las que ha dicho que los funcionarios del Ayuntamiento de Madrid trabajan “muchísimas más horas” que los profesores y, aunque los admira, les ha pedido que asimilen sus horas a las que trabajan otras personas. Sin duda, tan atrevidas como desafortunadas, que vienen a sumarse a otras que se han escuchado en estos días por otros responsables políticos del Partido Popular, entre ellos, Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid.
En esta comunidad autónoma parece que se ha abierto la veda contra los profesores a cuenta de la crisis económica y de la apresurada búsqueda de recortes presupuestarios que atajen el déficit, fijando los ojos en la educación.
Decir que trabajan poco los profesores es una calumnia pública, decir que tienen más vacaciones que nadie, también lo es.
¿Qué aviesas intenciones se esconden detrás de estas palabras?
Estoy convencido de que es un falaz comentario decir que los profesores trabajan menos que otros funcionarios u otros empleados. Puede que haya alguno o algunos que trabajen poco, que no cumplan con su obligación, pero como lo puede hacer un funcionario del Ayuntamiento de Madrid a que se refiere la señora Botella, o como puede hacerlo también un médico, un bombero, un empelado de la limpieza pública o un político en el ejercicio de su cargo público.
Hoy he estado es un instituto y he hablado con algunos profesores, estaban trabajando: preparando la planificación del curso y organizando su clase. Cuando empiece la actividad escolar no sólo trabajaran 18 horas lectivas, (ó 19, 20 y hasta 21, como está previsto por la norma para los profesores de instituto) sino que trabajarán algunas horas más preparando clases, atendiendo a alumnos y familias, haciendo servicios de guardia, asistiendo a reuniones de departamento, Claustro y otros equipos docentes…
Que sepamos, eso también es trabajar. Y las horas dedicadas a estas tareas forman parte del cómputo de su horario laboral, hasta las treinta y cinco horas semanales.
Otra cosa más: se verán asimismo sometidos a un desgaste mental y psicológico que sólo quienes trabajan o han trabajado como docentes, en cualquier nivel educativo, saben a qué me refiero.
¿Qué ganamos con socavar el prestigio social de los docentes?
Un consejo para la señora Botella y otros acólitos ignorantes y lenguaraces: pasen un día de trabajo con un profesor y después me cuentan.

lunes, 5 de septiembre de 2011

SOCIALDEMOCRACIA: NADANDO EN AGUAS EXTRAÑAS*

La socialdemocracia no ha traído el neoliberalismo pero tampoco ha hecho nada, o casi nada, por evitarlo. En esta época de incertidumbres, a que alude Amin Maalouf, cabe englobar también la debilidad que presenta el poder político y la confusión ideológica que nos sobrecoge.

Desde hace ya dos largos años estamos viviendo una crisis del modelo liberal (ultraliberal) que no de la socialdemocracia, a pesar de los adversos resultados electorales. Una crisis, como es habitual en el modelo capitalista, que está afectando menos a los que la han provocado, los que se ubican en los palcos de la economía, que a los que se sitúan en el patio de butacas: la población, en general. Se trata de una crisis a la que por el momento no tienen solución ni los gobiernos de derechas ni los de izquierdas, porque ambos han cedido el terreno de la gobernabilidad al poder económico: los mercados. Estos son los que dictan las pautas a seguir. En semejante coyuntura, y en total connivencia con los principios del sistema imperante, la derecha sigue encontrándose en su hábitat natural. La izquierda, por el contrario, no.

La impresión que tenemos es que la izquierda europea, concentrada sobre todo bajo la fórmula de la socialdemocracia, está nadando en aguas extrañas. Las soluciones apuntadas a la crisis actual, siguiendo el patrón del neoliberalismo (flexibilización del despido, recortes sociales, mayores prebendas para multinacionales…), nunca pueden ser asumidas por la izquierda, salvo a riesgo de menoscabo de los principios que la sustentan. La derecha, en buena lógica, no tiene problemas para ello.

En el actual panorama político europeo todo indica que la izquierda parece diluirse frente a una derecha que se encuentra más cómoda en el escenario económico y financiero que se construyó, al menos, hace ya dos décadas. En ese escenario la izquierda siempre ha remado contracorriente, aunque en tiempos de bonanza le haya resultado más fácil. Ahora bien, cuando los tiempos se tornan revueltos económicamente su esfuerzo para surcar las turbulentas aguas de la economía tiene que ser titánico, ya que su horizonte social está más comprometido que nunca y le resulta más difícil mantener a flote sus postulados: políticas sociales, políticas de igualdad…

La socialdemocracia a mi entender no está en crisis, como se pretende hacer ver, lo que está en crisis es el sistema capitalista. Es posible que la socialdemocracia necesite un ‘lifting’, pero no para adaptarse al sistema neoliberal sino para introducir ideas y presupuestos que ayuden a transformarlo. Un reto que la socialdemocracia tiene difícil de asumir en los tiempos que corren, pero no imposible. El sistema neoliberal no es el mejor modelo económico, aunque ahora nos tenga atrapados por los cuatros costados, porque se ha revelado como un modelo inoperante para ayudar a las personas. No tenemos más que echar un vistazo a nuestro mundo para comprobar que las desigualdades entre países y entre personas, la distancia entre riqueza y pobreza, el reparto de esa riqueza, o los niveles de pobreza existentes, probablemente no hayan sido más acentuadas e injustas en toda la historia de la humanidad. Los medios económicos y tecnológicos presentes son suficientes para cambiar dicha dinámica de modo radical.

En las sociedades occidentales asimismo hay otras tendencias que son determinantes. Cuando hay poco que repartir la gente busca quien le asegure una parte en el reparto, casi siempre menoscabando valores como la solidaridad y la igualdad. La crisis ha debilitado tanto la economía mundial como las nacionales, pero sobre todo las individuales, las de cada ciudadano. Y aquí es donde radica una parte de la lógica en la que se desenvuelve la democracia actual.

La segunda mitad del siglo veinte ha modelado en los ciudadanos una mentalidad basada en la fuerza de la posesión y el consumo. Y la primera consecuencia de ello ha sido el resentimiento de nuestra concepción democrática en favor de un principio perverso: quien nos asegure ambas prebendas será a quien votemos. Cada vez queda menos gente que vota por convicción ideológica. Perder el apoyo de las clases medias y las clases populares es fácil, ya no se les atrapa con grandes ideas universales sino con lemas y propaganda que proclaman asegurarles el bienestar y el bolsillo. Lamentablemente, hasta aquí es donde hemos llegado, así es como se ha educado a la población: tener, poseer, consumir, y menos ‘ser’.

En esto radica otra realidad constatada en la evolución de la socialdemocracia: su despersonalización pretendiendo sumarse a los postulados neoliberales. Un reflejo de ello es la aparición de modelos híbridos como el ‘social-liberalismo’. Muchas políticas socialistas han virado hacia este nuevo modelo en un intento desesperado por mantenerse en un sistema económico que le es extraño, y de camino en el poder. Algunos líderes socialistas han desvirtuado el socialismo, traicionando principios, valores y postulados. España desgraciadamente ha sido un ejemplo de ello. América Latina, por su parte, es un batiburrillo de todo esto, en el que quizá sólo se salve Brasil.

La socialdemocracia tiene que seguir priorizando a las personas frente al capital. La izquierda tiene que seguir marcando su diferencia política con la derecha en razón de esta máxima. La confusión de políticas, de ideas, de prácticas políticas entre derecha e izquierda está haciendo que la gente crea que todas las opciones políticas son iguales. Esto es lo que debe evitar la izquierda aun a costa de mantener un discurso que en esta época de crisis es más difícil de sostener, pero que a la larga la gente valorará y comprenderá mejor. Al menos así la socialdemocracia se moverá en aguas propias y con una honestidad que la honre.

*Artículo publicado en el periódico Ideal, 31/08/2011.