jueves, 28 de julio de 2011

OTRO FRACASO DE LA HUMANIDAD

¿Abuelo, este niño es de verdad?, esta es la pregunta que me hacía mi nieta de siete años al ver por descuido esta imagen en la pantalla del ordenador cuando se acercó hasta mi oído para decirme las palabrotas que ha aprendido últimamente.
He tenido que responderle apresuradamente, mientras cambiaba de página en la pantalla, que no, que no es de verdad.
No sé si he hecho bien o mal, pero no estaba dispuesto a que fijara esta imagen de desolación humana en su recuerdo.
Hace unos días, un perro que sospechábamos abandonado paseaba de cuando en cuando frente a la casa. Casualmente una tarde escuchó a los adultos comentar acerca del posible abandono del animal. Durante varios días no ha dejado de preguntar por el perro, insistiéndole a la bisabuela que fuese con ella para recogerlo y llevarlo a la casa. De nada servían las palabras para hacerle ver que el perro estaba bien, quería comprobarlo por sí misma.
Alguna vez llamaba por teléfono, preguntaba por la bisabuela e insistía en que se pusiera. Preguntada para qué, no respondía, sólo que se pusiera la bisabuela, que le tenía que contar una cosa. Estaba claro que no quería hablar de este asunto ni con la abuela ni con el abuelo, a buen seguro porque no se fiaba que le dijéramos la verdad.
Un día el perro dejó de verse, no sabemos que habrá pasado con él. Han transcurrido más de cinco días y la versión oficial es que sus dueños se lo han llevado a casa. Algunas veces se acuerda del perro y nos pregunta por qué no vamos a verlo a casa de sus dueños.
Por eso he preferido engañarla y que piense que este niño de la imagen es de mentira. Aún no sé si alguna tarde llamará por teléfono para volver a preguntar por este niño, acaso lo único cierto es que en su imaginario albergue la imagen de un niño esquelético que llora y que ella cree de mentira. Tiene siete años y todavía no sabe que la humanidad de la ella forma parte ha vuelto a fracasar y permite que a su lado (esta vez en Somalia) se produzca una de las mayores afrentas a la dignidad del ser humano sin inmutarse: dejar que la gente se muera de hambre.
Aunque sabe ya leer muy bien, y se maneja un poquito en internet, no conoce este blog, así que espero que al menos no descubra mi mentira.

martes, 26 de julio de 2011

CUANDO SE INVENTA EN EDUCACIÓN

Los malos resultados escolares muchas veces hacen tomar decisiones peregrinas a las administraciones educativas.
La Comunidad de Madrid tiene previsto eliminar la hora de tutoría semanal en grupo de la ESO para aumentar el número de horas de instrucción en áreas instrumentales como Lengua, Matemáticas o Inglés. ¿Y por qué no ya de camino eliminar horas de Geografía e Historia, de Educación plástica y visual o de Música? Así tendríamos más tiempo para impartir tales áreas, como si la acumulación de tales tiempos fuese la solución a los déficits instrumentales que observamos en nuestros jóvenes.
Estoy convencido de que muchas autoridades educativas no saben lo que tienen entre manos. Quizá porque no hayan pisado nunca una escuela, a pesar de ser maestros o profesores de instituto la mayoría, o porque en ocasiones nos hemos encontrado con responsables educativos que son abogados, ingenieros, etc.
Incrementar el tiempo lectivo dedicado a Lengua o Matemáticas no es garantía de mejora. Como tampoco lo es dedicar más tiempo lectivo a la lectura diaria en clase, como si ello fuese garantía para mejorar la comprensión lectora o fomentar el gusto por la lectura.
Aumentar el número de horas en un área o materia (no es que aquí no lo creamos necesario cuando realmente lo sea) no es la única solución para resolver los problemas que ya conocemos.
Es frecuente que las autoridades educativas salgan sofocadas a apagar los fuegos repentinos que se producen con el primer titular de prensa. Como si lo único que supieran fuese inventar sobre la marcha, buscando remedios de mago ‘harripotiense’ (permítanme el término), tratando de encontrar la receta mágica que arregla el primer desajuste educativo que ha salido al paso.
Quizá es que no se han percatado, o no han sabido darse cuenta, de que en educación las cosas son más sencillas y más complejas de lo que parecen.
En la escuela hay otros factores, acaso más determinantes, para solucionar los déficits que nos encontramos a diario. Lo importante no es el tiempo que se destine a algo sino cómo se aproveche ese tiempo; lo importante no es que se trabaje un contenido sino cómo se desarrolle el proceso de enseñanza y aprendizaje; lo importante no es que se hagan las cosas sin más sino cómo se cuide cada detalle del trabajo que se lleva a cabo en el aula.
Las medidas políticas publicitadas suelen ser siempre muy efectistas de cara a la opinión pública, salvo cuando son descabelladas. A la gente corriente puede impactarle con facilidad que eso de impartir más horas de Lengua mejorará el conocimiento de sus hijos, y hasta es posible que pase por alto que en el aprendizaje de sus hijos intervienen otros factores fundamentales. Entre ellos, el trabajo de tutoría que todo docente tiene que realizar con sus alumnos, unas veces de manera individual y otras en grupo. Pero lo cierto es que muchas de esas medidas políticas publicitadas demuestran un día sí y otro también que casi siempre no resuelven nada.
Un alumno no aprende porque lo tengamos más horas mirando el libro, sino porque el tiempo que esté delante de él lo haga con la concentración y la motivación necesarias. Un chico con problemas personales que deriven de la familia, la pandilla o el grupo de iguales que hay en su clase estará menos predispuesto para aprender. La tutoría, al fin y al cabo, es un proceso de ayuda y hay problemas que se tienen que solventar individualmente mientras otros hay que hacerlo en grupo.
¿Qué puedo decir yo de la tutoría? En el lateral derecho de esta entrada ya habréis visto en cada visita a este blog que algo de ello escribí en La función tutorial, un reto en la educación de hoy.
En todo caso, ahora debo decir que se trata de uno de los pilares fundamentales en el proceso educativo.

lunes, 18 de julio de 2011

75 AÑOS DE UN GOLPE DE ESTADO

Nuestra experiencia vital nos ha permitido conocer un sinfín de golpes de Estado en la segunda mitad del siglo XX. La mayoría de ellos en países de América Latina, Asia y África. En estas últimas tras la descolonización.
En la Europa del siglo XX a pesar de las convulsiones habidas (dos grandes guerras, tensiones de bloques antagónicos…) la mayoría de los cambios políticos estuvieron bajo el paraguas de la fórmula democrática, incluso el ascenso al poder del fascismo en Italia o Alemania. Pero en España no fue así, la implantación del régimen franquista a través del aquel golpe de Estado del 18 de julio de 1936 tuvo el estilo de países latinoamericanos o de regímenes que surgen tras la descolonización.
España se comportó con igual primitivismo que en estas zonas del planeta: uso de la violencia como instrumento de cambio político. Entonces se impuso un régimen político a través de las mismas prácticas golpistas de unos países que, a buen seguro, los que antes y ahora justifican aquel golpe del 18 de julio mirarían y miran por encima del hombro.
Un golpe de Estado cambió la legalidad vigente por otra ‘legalidad’ impuesta. Una fórmula más próxima a la barbarie triunfó en España (aunque la tradición de pronunciamientos militares del siglo XIX quede en nuestro haber). Hoy abominaríamos, si llegara el caso, de que en el País Vasco hubiese un cambio político por mor de la violencia terrorista. Y, sin embargo, existe una derecha perniciosa para los intereses de España que justifica aquel golpe de Estado del 36 (por la fuerza, sangriento, violento…) como inevitable y bueno para España. Como estoy convencido de que si los terroristas triunfaran, otros vendrían a justificar sus acciones.
Aquella guerra que desgajó las entrañas de España tuvo un único culpable: los que se sublevaron contra una República que era tanto de izquierdas como de derechas. Al igual que los únicos culpables del intento de golpe de Estado del 23-F fueron los que conspiraron en la sombra y los que asaltaron el Congreso de los Diputados, en el golpe del 18-J los culpables fueron los que conspiraron en la sombra y asaltaron el poder instituido democráticamente.
¿Hubo justificación para la intentona de 1981 a pesar de la situación de crisis política y de inestabilidad social que se vivía en España en ese momento? Ninguna. La misma que hubo para aquella asonada militar del dieciocho de julio. Sin olvidar que España fue el laboratorio de la II Guerra Mundial y, por tanto, donde se congregaron intereses de todo tipo en las disputas europeas del momento: los geoestratégicos de las democracias occidentales, los ‘salvadores’ del nazifascismo y los expansionistas de los totalitarismos comunistas.
El revisionismo que hoy se está produciendo de aquel golpe de Estado, de los acontecimientos posteriores y de la época que se abrió a su término me parece ignominioso, cuando no peligroso. Porque ya no es el análisis histórico lo que predomina sino la apología sectaria, la manipulación de la Historia, la propaganda que cala más fácilmente en las masas de población lega (cuando no, lerda) en este asunto, es decir, el debate interesado y espurio (de programa de telebasura), que es lo que se está imponiendo.
Me sigue doliendo, por higiene democrática de la España actual, la actitud del Partido Popular en este tema. Nunca, ni abiertamente ni como gesto de ruptura con ese pasado, ha condenado ni el golpe de Estado que originó la contienda ni el régimen dictatorial que se implantó después en las ocasiones que ha tenido oportunidad en el Congreso de los Diputados o fuera de él. No existe excusa alguna en un país democrático para justificar (o mirar hacia otro lado) un golpe de Estado.
Abominar de aquella acción indigna de hace 75 años no es estar a favor de ningún bando, abominar del golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y de las consecuencias que se derivaron es estar a favor de la España democrática que hoy nos asegura la libertad suficiente para sentirnos ciudadanos dignos y libres.

sábado, 16 de julio de 2011

CUANDO EL CUARTO PODER SE EXTRALIMITA

Me preocupa el papel que está jugando la prensa en nuestra sociedad.
La verdad es que siempre lo jugó, pero en otro tiempo definía su posición, no como ahora que parece ampararse eufemísticamente en la objetividad, la libertad de expresión o en autoconcebirse como notario de la actualidad para enmascarar sus verdaderas intenciones, menos confesables.
La prensa del siglo XIX o la de las primeras décadas del XX era una prensa tremendamente politizada, cuando no directamente se confesaba como órgano de propaganda de un partido político o de unas ideas políticas. No obstante, en la segunda mitad del siglo XX la prensa parece jugar un papel diferente, hasta convertirse en ese denominado ‘cuarto poder’. Sin embargo, su ejercicio profesional no ha estado exento de formas y prácticas reprobables, alejadas del ejercicio de investigación, información y análisis de la realidad que se le presupone.
Es estos días estamos asistiendo al bochornoso espectáculo ofrecido por el grupo del magnate de la prensa Rupert Murdoch, después de que se destapara el asunto de las escuchas telefónicas por parte del periódico News of the World. Una de ellas al teléfono de una niña de 13 años secuestrada y asesinada más tarde.
Para este magnate era más importante medrar a cuenta de si Obama era originario de Estados Unidos que avergonzarse de estas escuchas (entonces todavía eran un secreto para él y no le habían salpicado a la cara). Está claro que sólo cuando nos descubren una bajeza es cuando ponemos cara de cordero degollado. Hasta entonces hacemos gala de la hipocresía con la mayor naturalidad.
Es duro saber que existen grandes emporios de la comunicación que manipulan la información hasta la obscenidad. Porque su poder es inmenso, capaz de influir hasta límites insospechados en la opinión pública, destruir el prestigio de personas y empresas, marcar tendencias y, si me apuran, poner y quitar gobiernos.
Al final de este camino está la facilidad con que se manipula a la gente, cada vez más desprovista de un pensamiento y capacidad crítica.
Hoy en España es difícil encontrar un medio de comunicación que no haga abiertamente política. Cada medio de prensa, radio o televisión tiene claras sus opciones políticas y las defiende a capa y espada. A los tradicionales El País, ABC o El Mundo ahora se ha sumado una caterva de medios de ultra derecha que, ya sin complejos, se han lanzado a manifestar a los cuatro vientos el lema: ‘orgullosos de ser de derechas’. Y si eso fuera sólo así, respeto total hacia ellos, pero no, no es que ejerzan de derechas, es que ejercen de manipuladores, tergiversando la realidad y lanzando consignas con descaro.
Y mientras, el ejemplo cunde y las generaciones jóvenes tienen ese ‘edificante’ modelo a seguir. Y mientras, estos mismos medios piden a la escuela una mejor educación de los niños cuando ellos son capaces de propalar calumnias, infundios, con tal de sacar adelante en muchas ocasiones sus depravados intereses.
Cuando el cuarto poder se extralimita no hace periodismo, ni informa, sólo manipula. Y esto es triste.
Existen códigos deontológicos que no se pueden rebasar, pero eso no parece importarles.

viernes, 8 de julio de 2011

AGENCIAS, ¿LA MODA?

No se me ha pasado nunca por la cabeza fundar una ONG, pero si tuviera que hacerlo crearía una para salvar a los gobiernos damnificados de esas agencias internacionales de calificación que tan de moda están.
Agencias como Moody's, Standard & Poor's o Fitch que califican la credibilidad de las empresas y, ¡amárrense los machos!, la de los países, como si estos fuesen una mercancía más. O tal vez sí lo sean, porque así es como lo ha querido la inutilidad de sus gobernantes.
Cada mañana nos desayunamos con sus predicciones. Cuando tan sólo hace unos años no teníamos ni pajolera idea de quienes eran estos chiringuitos internacionales, ahora se han convertido en el oráculo de referencia que ha iluminado nuestras vidas desde que entrara en desgracia el afamado de Delfos. Es como si sus analistas subieran cada noche al monte Sinaí en busca de las exclusivas revelaciones destinadas para ellos.
Las agencias Moody's, Standard & Poor's y Fitch saben el poder que tiene la información bien manejada en nuestro mundo. Y que bien administrada y manipulada es susceptible de generar provechosas corrientes de opinión que ponen en un brete a los gobiernos del mundo con sus datos económicos interesados.
Me entristece ver cómo les resulta tan fácil poner a los gobiernos en el disparadero. Gobiernos que no se ocupan de sus ciudadanos, sobre los que dejan caer las siete plagas de Egipto, y algunas más, seguramente para mantener su redondo ‘culo’ en las poltronas del poder, pero que muestran cobardía para combatir a estos emporios de la conjetura y la especulación.
Y ya no hablemos de otras agencias gubernamentales que, al fervor de los aires neoliberales, han proliferado en muchos gobiernos supranacionales, nacionales y autonómicos.
En este autobús repleto de locos en que se ha convertido nuestro mundo, a plena velocidad por la autopista que se dirige al acantilado, el volante va pasando de manos de loco en loco sin que los que estamos sentados en los asientos traseros podamos evitarlo.
Últimamente parece que estoy abonado al pesimismo, quizá la creación de esa ONG me sirva de estímulo y me anime el verano.