sábado, 26 de mayo de 2012

DESTRUIR UN PAÍS

Ha sonado el timbre de la casa. Me levantó. Con pereza voy a ver quién es. Abro la puerta y no aparece nadie. Estoy leyendo las últimas líneas de Absalón, Absalón, de William Faulkner, y me ha sentado muy mal la interrupción. La lectura de ahora, profunda, meditada, casi piadosa, degustando la armonía del texto, dista mucho de la que hice hace ya más de dos décadas, atraído sólo por la notoriedad de su autor, ajada por un deseo que se contraponía con un texto denso, farragoso, como me pareció entonces. En esta novela el grado de destrucción de las personas, incluso de autodestrucción, alcanza una insobornable precisión. La guerra de Secesión, tan destructiva como todas las guerras, transmutó Estados Unidos como país y arreció las pasiones, bajas, rencorosas, racistas, de sus gentes. A todos se les endureció el carácter, a todos les cambió la vida.

Un país puede destruirse por una guerra, pero un país también puede destruirse cuando la carcoma de la ambición y el egoísmo corroe poco a poco sus entrañas. Cuando los valores éticos y morales que sostienen a la sociedad no alcanzan a los círculos de poder las virtudes públicas también se alejan de los ciudadanos. España ha caído en un camino que parece de insoportable autodestrucción, porque hace tiempo que una clase dirigente política y económica se alejó tanto de los ciudadanos que nos descubrió la golfería instalada en muchos círculos de poder (corrupción en su dimensión más grosera). En años de bonanza, al pueblo le quedaron las migajas mientras algunos se lucraban en la más absoluta impunidad. El pudor abandonó esta sociedad y ya no hubo reparos para la pillería. Hoy al ciudadano le asfixia una inconmovible crisis económica, y el poder político parece más bien su aliado. Me inquieta que este no ampare al ciudadano cuando los bancos quiebran y es la sociedad quien acude a rescatarlos. Me inquieta cuando la gente sufre privaciones y algunos no reparan en continuar su deleznable enriquecimiento. Me inquieta que la clase política sólo cuente los votos y se revuelque en el fango de la iniquidad para mirar sólo intereses propios e individuales.

Bankia, el cuarto banco español, ha quebrado, y se pide para su rescate más de veintitrés mil millones de euros. Y sus responsables parece que se van con la misma impunidad con la que se llenaron los bolsillos… ¿por hacer qué? Qué han hecho para merecérselo, para ofender de esa manera tan impúdica y grosera a los demás, ahorradores o no, menesterosos o no. Esto ha sucedido en gran parte del poder financiero de España con el plácet del poder político. Y entonces, como no pueden decaer los beneficios, nos ponemos millonarias indemnizaciones, e indecentes y cuantiosas jubilaciones… ¿por hacer qué? ¿Qué quiénes se las han puesto?, los responsables de cajas de ahorros que han llevado a la ruina a estas entidades financieras, y que se marchan de rositas. Un país se puede destruir de muchas maneras, y esta es una de ellas.

Ahora parece que suena otra vez el timbre. Llevo un rato recreándome en las últimas líneas que he leído, y me parece estar navegando por el Misisipi, y también por el condado de Yoknapatawpha, y como Quintín no sentir odio hacia el Sur. Pero desde que la crisis está aquí yo le pregunto cada día a esos círculos de poder político y económico-financiero, que le han dado la espalda a la sociedad, ¿qué habéis hecho con este país?, ¿qué estáis haciendo con este país?

lunes, 21 de mayo de 2012

CARLOS FUENTES

Han pasado varios días desde la muerte de Carlos Fuentes. Días que han servido para macerar el impacto de la noticia y reflexionar sobre el personaje y su obra. Siempre me ha parecido un ejemplo de equilibrio en el decir, tanto en su obra literaria como asumiendo su condición de ciudadano, no siempre apreciada en muchos intelectuales, para hablar de las cosas de la vida, de esas que acontecen cada día. Admiro cuando el intelectual se compromete con su tiempo, que es lo mismo que cultivar la sensibilidad ante los acontecimientos de un mundo imperfecto, modelado por manos ostentosas y egoístas, rayando algunas veces la crueldad. Hechos que no nos gustan y ante los cuales no podemos exhibir nuestra impasibilidad, ni mucho menos adormecer nuestra voz. Lo leía, por ejemplo, cuando calificaba las Olimpiadas de Pekín como la gran tentación para Occidente, y cuando se nos torcía el gesto ante la obscena claudicación del capital frente a la violación de los derechos humanos en China. Así como cuando abominaba de un Blair sonriente dispuesto a no arrepentirse de sus correrías en Irak de la mano de Bush, o a ganar dinero con sus memorias, intencionadamente desmemoriadas.

Carlos Fuentes, el de porte diplomático, ha muerto, pero antes de esto nos has dejado una inmensa obra en la que ha sido capaz de interpretar la vida contemporánea como pocos, y nos la ha hecho ver contenida en múltiples historias plagadas de voces y palabras. Se ha dicho que es el más cervantino de los escritores hispanoamericanos, que ha cuajado una manera de hacer narrativa donde el hombre busca una esencia que está tanto en el pasado como en los acontecimientos que le rodean. Ahí tenemos La muerte de Artemio Cruz, Cambio de piel o Terra nostra como testimonio de ello.

A Carlos Fuentes quizá deba uno agradecerle haber servido de modelo para que, los que como yo nos ejercitamos en el oficio de escritor, hayamos encontrado la luz de una creación que de otro modo se nos hubiera resistido. Quedará la huella del gran maestro que con sus novelas nos ha enseñado a todos a ser lectores, y a algunos a intentar ser escritores.

domingo, 20 de mayo de 2012

¿A QUIÉN LE INTERESA ACABAR CON EL EURO?

Los ciudadanos no salimos del asombro que nos produce este ir y venir del euro. Esta continua referencia de los medios de comunicación a los primas de riesgo, a los índices bursátiles, a la salida de Grecia, a las predicciones de crecimiento o recesión económica, en definitiva, a la engolfada especulación que nos domina. En nuestras conversaciones personales se nos cruzan inevitablemente la crisis económica, los problemas de no encontrar trabajo, o los recortes que los gobiernos están llevando a cabo y que directa o indirectamente están encumbrando un panorama sombrío en nuestras vidas. Es difícil eludir el hecho, cuando pasamos un rato con los amigos para desconectar de nuestras vidas saturadas de problemas, de que los jóvenes que concluyen sus estudios profesionales o universitarios no encuentran salida laboral a sus vidas. Y es que hay una generación de españoles que ha caído en una desesperanza anclada en la más absoluta incertidumbre en cuanto a su futuro. Me decía un amigo que su sobrino había terminado ingeniería de Caminos y que en dos años no ha conseguido encontrar el trabajo que hace no más de tres o cuatro años esta carrera casi garantizaba para los que la cursaban. Eso es terrible para un joven que se ha sacrificado durante cinco, seis o siete años en sus estudios, es como sentirse abocado a no reconocerse en un futuro soñado. Si bien no es una experiencia desconocida para los de nuestra generación (la mía, quiero decir), aquellos que terminamos nuestros estudios universitarios en la segunda mitad de los setenta, cuando otra crisis, la del petróleo de 1973, ahogó ilusiones durante bastantes años, y cuando también el paro juvenil fue una lacra social. Entonces, como ahora, a Europa parece que le cortaron las alas de su crecimiento, probablemente por intereses encubiertos que no alcanzamos a conocer más que en el plano de la conjetura.

Una de las tesis que circularon en aquella crisis del petróleo, parece que con gran base teórica, fue que Estados Unidos había promovido la drástica subida del precio del petróleo (guerra del Yom Kippur aparte) para frenar la expansión de la economía europea que, una vez recuperada de los desastres de la II Guerra Mundial, vivió a finales de los cincuenta y en los sesenta un desarrollo económico que ponía en aprietos a la economía de Estados Unidos. El talón de Aquiles de Europa es todavía la falta de fuentes de energía, y también entonces su dependencia brutal de la energía impulsora de la economía de ese tiempo: el petróleo. Después de aquello Europa se aplicó bastante buscando otras fuentes de energía alternativas: la denostada energía nuclear y las energía renovables.

Desde el nacimiento del euro su crecimiento ha sido imparable frente a otras divisas mundiales y, sobre todo, frente a la moneda que ha marcado la primacía en el intercambio comercial internacional: el dólar. En algún momento amplias zonas comerciales del planeta empezaron a apostar por un euro fuerte, expansivo y estable como moneda en los intercambios frente al dólar. La crisis ha venido a parar en seco el crecimiento del euro acaecido en su primer lustro de vida, y ha sumido a la eurozona en la crisis financiera y económica más maligna del último siglo. ¿Cuántos intereses se esconden tras ello?, ¿a quién le interesa acabar con el euro?

lunes, 14 de mayo de 2012

EL 15M Y LA PRENSA

Un sector de la prensa más conservadora (cuando no reaccionaria) de nuestro país está haciendo una campaña de desprestigio contra el movimiento de los indignados del 15M, muchas veces utilizando argumentos falsos. Se diría que se ha lanzado al ataque frenético contra esa pandilla de indeseables que vociferan por calles y plazas. Interesa acabar con ellos por interés político y por interés comercial, y más intereses que ustedes adivinaran. Este sector de la prensa no está dispuesto a que esa pandilla de ¿hippies?, ¿vagos?, ¿fracasados?, (les llaman de muchas maneras ‘cariñosas’ dando ejemplo de buena ciudadanía), venga ahora a alterar el estatus quo establecido de las cosas; sí, ese que tanto les gusta.  El que permite que la mayoría de la población estemos bajo una economía tirana, ultraliberal, de poderosos, de insaciables acaparadores de riqueza. Les gusta que el buen ciudadano esté en la órbita de partidos políticos oligárquicos, que no cuentan con el ciudadano más que para que voten cada cuatro años, y que sean controladores de los resortes políticos, económicos y sociales, como por ejemplo los de las cajas de ahorros, ese bochornoso espectáculo de golfería que hemos vivido desde el inicio de la democracia, al menos, y con más delito’ pues ya éramos democráticos y no estábamos bajo el yugo de la dictadura. Esto es lo que les gusta a esa prensa que defiende unos intereses que no son precisamente los del común de los ciudadanos.

El 15M no es sólo el movimiento de miles de personas en una plaza pública, deambulado o acampando. El 15M es una manera de llamarse al sentimiento que está en el corazón y en la cabeza de millones de personas que no van a las plazas públicas pero que se sienten igualmente indignados. Las propuestas del 15M pueden resultar precarias, imprecisas, infantiles, utópicas, pero traducen el malestar de la población en general, que está harta de desahucios, precariedad en las condiciones de vida de un número creciente de población, políticos incompetentes o ausencia flagrante de ética y moral en muchas actuaciones públicas.


Hay una diferencia, el 15M está organizado y, por tanto, es peligroso, y da miedo al poder político, económico y fáctico. Mientras que los ciudadanos (millones de personas, también indignadas) son entes individuales que están desorganizados y padeciendo lo que les echen, metidos en sus casas, que salen al parque, a una terraza o pasean, y hablan de lo mal que va todo, de su desesperanza, del desánimo de una sociedad que sólo se alegra cuando gana su equipo de fútbol (y no tengo nada contra ello, a mi me gusta también), y así de este modo no son peligrosos para el poder y sus adláteres, y por qué no, secuaces, tiene margen para manipularlos. Estos, los ciudadanos individuales, ni a los poderes establecidos ni a los poderes fácticos causan miedo. Incluso saben que en algún momento serán fácilmente manipulados por la propaganda, como ya se ha hecho otras veces. Sin embargo, el 15M es difícilmente manipulable, y por eso es peligroso.


Hay un sector de la prensa en connivencia con poderes públicos que busca el desprestigio del 15M, en una campaña de propaganda sin límites. Prefieren los corderos a los que se lleva y se trae fácilmente. Es lo que siempre ha ocurrido desde que el mundo es mundo, no vengo a descubrir nada nuevo, pero que no vengan ellos a engañarnos a estas alturas de la película.


No es el futuro del 15M lo que me preocupa, lo que me preocupa es el futuro de este país. Eso es lo que me preocupa realmente. Es el futuro de millones de españoles a los que su nivel de vida les deja al borde de un abismo pecuniario, de precariedad en su vida, de derechos laborales y sociales mancillados… eso es lo que me preocupa. Si alguien alza su voz ante esto, al menos dejémosle que se escuche. No encanallemos más la vida de lo que está. Así que: bajen su voz los secuaces de los grandes poderes, y que se escuche la de los que claman justicia social.

miércoles, 9 de mayo de 2012

LIBRO DE PRECISIONES


La búsqueda de uno mismo en el mundo que nos rodea es sin duda una aventura sin límites. Representamos el choque bronco entre los entornos próximos y remotos, entre nuestra propia naturaleza y la naturaleza humana, una confrontación que se hace eterna, infinita, sin descanso. Como la infinitud del alma. Siempre vagamos en la soledad, y cuando esta se imbrica con la angustia nos hace seres atormentados y vulnerables. La sociedad de hoy es la sociedad de la búsqueda, a pesar de estar rodeados de tantos objetos, de tantas gentes, de tantas sensaciones. En la sociedad de hoy es fácil nadar en la soledad.
Esta es la impresión que uno tiene cuando lee el Libro de precisiones (Bartbely Editores, 2012) del poeta Miguel Ángel Contreras. En esta obra, de lectura más que recomendable, que se aferra a un perceptible tono intimista, no deja sin embargo de coexistir con otro pulso vital: el tono existencialista que se aprecia en sus versos.
Acostumbramos a nuestra individualidad a creer que los límites de nuestra existencia están en uno mismo. Leamos los siguientes versos que contiene el Libro de precisiones para desmentirnos.

"Desierto, todo es desierto.
Y mi cuerpo
una prolongación física
de mi eterno desierto interior.
Todo es calor y soledad.
Polvorienta soledad
de miles de dunas estériles
que danzan incansables hacia la nada.
Desierto y soledad
se acompañan… y se prolongan."

viernes, 4 de mayo de 2012

LA EDUCACIÓN, MALTRATADA*


La crisis económica que nos azota se ha cruzado de lleno en el camino de la educación. ¡Y de qué manera! Anhelábamos que esta parcela social hubiera quedado al margen de los vaivenes económicos y los ajustes presupuestarios, pero a lo que se ve hay determinadas fuerzas que han puesto sus ojos en ella. El presente curso escolar ya comenzó instalado en la polémica con las medidas que adoptaron algunas comunidades autónomas con recortes presupuestarios y laborales. Luego vinieron las elecciones generales, y la educación fue incluida en la campaña. Ahora el Gobierno de España se plantea el recorte de tres mil millones de euros a costa de la educación. Para ello propone subir la ratio, aumentar el horario lectivo del profesorado o subir las tasas académicas. Es obvio que la consecuencia más inmediata, entre otras, de estas medidas tiene que ver con el despido de profesorado.

Nunca le ha venido bien a la educación la polémica, y menos en estos tiempos en que soplan vientos neoliberales que andan justos de escrúpulos a la hora de limitar derechos. Mejor hubiera sido no ver la educación metida en este embrollo, pero parece que es 'inevitable', habida cuenta de la incompetencia de la clase política (arremetida por organizaciones empresario-educativas pendientes sólo de sus intereses) incapaz de llegar a un pacto educativo en más de treinta años de democracia. Haber dejado a la escuela alejada, en muchas cuestiones básicas, del debate político y, si me apuran, sindical, a buen seguro la hubiera hecho crecer. A cuenta de ello, siempre ha resultado fácil liarla en problemas de identidad nacional, de reivindicación de lenguas maternas o su utilización como arma arrojadiza en el debate político. Es una muestra palpable del fracaso de esa inteligencia colectiva que definiera José A. Marina en su esclarecedor ensayo La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez. Como asimismo lo es la falta absoluta de desarrollo de la inteligencia emocional en muchos dirigentes políticos.

Un sistema educativo que está en continua construcción no se puede permitir un ajuste presupuestario de esta magnitud sin caer en un preocupante retroceso. En principio por dos razones: una, porque provocará un grave perjuicio en esta parcela de los servicios básicos de una sociedad avanzada; y dos, porque irá en contra de la formación de nuestras generaciones jóvenes. Y la educación de estas no puede ser hipotecada por la insaciable codicia de los mercados y la torpeza de un Gobierno que está mirando en sentido equivocado. Pongamos sólo un ejemplo. El gran fracaso de nuestro sistema no es ese tan cacareado ‘fracaso escolar’, difícil de definir  y de fácil utilización para hacer demagogia a costa de la educación, el gran fracaso de nuestro sistema educativo en los últimos veinte años es el déficit en el aprendizaje de idiomas. Pues bien, este se verá restringido por las decisiones del Ministerio de Educación acerca de recortar el presupuesto de las becas de estancia en el extranjero. Es una manera de ponérselo difícil a los españoles que quieran aprender un idioma, sobre todo en un país donde sabemos que es uno de los lastres de nuestra formación personal. Pero no sólo de nosotros, sino también de nuestros representantes políticos (desde presidentes de Gobierno hasta consejeros de Comunidades) que cuando salen a reuniones internacionales, o mantienen contactos con gobernantes extranjeros, tienen que ir con las orejas de burro puestas y tirando de traductores.

En España es fácil que articulemos los debates como ‘bocanadas de humo’: fáciles de ver pero difíciles de atrapar, medir o calibrar en sus consecuencias. Este recorte presupuestario en torno a la educación se me antoja algo así. Mientras se nos llena la boca de calidad de la educación somos incapaces de mirar hacia donde realmente se encuentran los graves problemas de nuestro sistema educativo. Y para colmo ahora se le hace pagar a la educación las consecuencias negativas de la crisis económica. El sistema educativo es tan sumamente frágil que cualquier incursión poco meditada puede desestabilizarlo con facilidad. El trabajo en la escuela es una labor de artesanía, y todo lo que venga a distorsionarla acabará por afectar el equilibrio existente. La educación no es una cadena de montaje que ajustándola con patrones definidos en un despacho se pone en funcionamiento con precisión. Es algo más complejo que todo eso, en ella no valen las decisiones desde arriba, aunque puedan coadyuvar a mejorar, valen las que se toman abajo, en el día a día, en el trato entre personas: profesores, alumnos y familias. Y en esa relación, que suele ser muy frágil, todo lo que venga a incomodarla debe ser rechazado.

Lo verdaderamente indignante es que la imposición de estas medidas presupuestarias viene a hurgar en una de las parcelas de la vida pública que debería estar al margen de cualquier interés político o económico. Tantear en la educación para alcanzar un ahorro presupuestario, y el consiguiente recorte de recursos humanos, eleva la medida al menos a la categoría de dislate. Es lamentable que se utilice la educación, y en este caso un pilar básico de mejora de la misma como es el profesorado, como herramienta contable para equilibrar unas cuentas deficitarias. La dimensión social de la educación debe estar por encima de ello.

Por el contrario, entristece ver que teniendo la escuela otros problemas más profundos que están diezmando la calidad educativa, que están deteriorando los niveles de enseñanza, o provocando retrocesos en los niveles de aprendizaje de nuestros alumnos, algunos gobernantes dirijan su mirada hacendística a la escuela para generar en ella un desasosiego innecesario. Sólo pediría, si es que hay sensatez, que hagamos realmente política educativa, y dejemos de hacer política con la educación.

*Artículo publicado en el periódico Ideal, 3/05/2012.