viernes, 2 de septiembre de 2016

LA VUELTA A CLASE, LA GRAN REVOLUCIÓN SOCIAL

El otoño es sinónimo de la vuelta a la escuela. En los próximos días millones de niños y niñas volverán a las aulas. Atrás quedarán las vacaciones que con tanta alegría se recibieron allá por el mes de junio, y quedarán también en el recuerdo los días de ocio y asueto, los de de diversiones sinfín.

La vuelta a la actividad escolar representa probablemente la mayor revolución social que se produce cada año en el seno de las familias. Siempre acude a su cita anual con la fidelidad del ciclo estacional. La organización familiar se ve alterada: cambian las costumbres, los hábitos, se ajustan los horarios y se asumen nuevas responsabilidades. Las familias vuelven a recobrar las rutinas que se habían aparcado en los últimos días de junio. La vida familiar cambia, se ajusta a patrones de tiempo y organización que van borrando las licencias del periodo vacacional. La vuelta a las aulas hace revivir parte de nuestra memoria, la que nunca abandonaremos por muchos años que pasen, la que nos hace estar atados a los días interminables de sol y risas.

Pero la vuelta al colegio representa socialmente mucho más: trasciende del ámbito familiar para afectar a la vida de las ciudades y de los pueblos. Afecta a casi toda la sociedad en su conjunto: a algunos directamente, porque son padres, alumnos, profesorado o empresas de servicios escolares; a otros colateralmente, porque toda la actividad que se genera en movilidad de personas y vehículos transforma el funcionamiento de la vida diaria de los ciudadanos. La circulación de la ciudad se ve notablemente alterada, provocando congestiones, gasto de energía, ruidos, contaminación... Las empresas y el comercio incrementan su actividad (material escolar, ropa, libros…). El consumo con el inicio del curso escolar alcanza su propia entidad –como en las rebajas–, es un gasto extraordinario que afecta a las economías domésticas. Aunque desde hace años se promueve desde las administraciones educativas la gratuidad de los libros de texto, volver a la escuela conlleva muchos más gastos: vestuario, equipamiento de los hogares...

Y en una tercera dimensión, el inicio del curso escolar nos devuelve las relaciones familia-escuela. Y en estas puede que se haya producido un cambio sustancial de protagonistas: profesorado nuevo, alumnos distintos, familias nuevas que se incorporan a los centros, tutores que se hacen cargo de un grupo distinto al que tuvieron el curso anterior... Un nuevo escenario puede abrirse en esas relaciones y la necesidad de cuidarlas, como premisa, para facilitar y conducir con más éxito la actividad escolar y, lo más importante, hacer que los niños encuentren el mejor clima posible para su desarrollo personal.

Con la llegada de septiembre, este país se revoluciona porque de nuevo la escuela adquiere todo su protagonismo, de la colaboración de todos depende que discurra por los mejores derroteros.

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